Page 196 - Las ciudades de los muertos
P. 196
Hace unos cinco días fueron arrestados el padre Rheinholdt y sus colegas,
cerca de Alejandría. Además de él, el grupo se componía de cuatro monjas y un
par de sacerdotes. Intentaban abandonar el país y habían reservado un pasaje en
un buque de vapor. Hasta ahora se han negado a confesar sus crímenes y ni
siquiera han explicado cómo consiguieron escapar de Wädi Nätrun. Pronto se
celebrará el juicio y espero, sinceramente, que los cuelguen. Probablemente
tendrás que testificar en el juicio. Si así es, te notificaré personalmente la fecha y
el lugar.
Pensé que te gustaría saber que Henry Larrimer ha desaparecido del hospital
copto donde lo ingresamos. Permaneció allí un par de semanas, negándose a
hablar con nadie o ni siquiera comer. Luego, una noche… se marchó. Se llevó a
cabo una búsqueda en el barrio copto, pero no estaba allí, así que suponemos
que debe estar en el barrio musulmán de El Cairo. La embajada americana, que
hace pocos días envió noticias de él a su familia, tendrá que mandarles esta
información de última hora. Prometo mantenerte enterado de los futuros
acontecimientos.
Tu sincero amigo,
Gastón Maspero.
P.D. ¿Por qué no te trasladas a El Cairo? Hay incluso más turistas que en
Luxor.
Así que no me devolvían mi empleo. Con esas «influencias importantes» supongo
que se refiere a la iglesia copta, y concretamente a Khalid, cuyo desagrado por mi
persona desde aquel suceso en Atribis había sido harto evidente. Sin embargo, me
doy cuenta de que ahora no me importa tanto haber perdido un puesto oficial. Egipto
ha cambiado, o tal vez sea yo quien sea distinto, o el mundo ha… Para ser franco,
gano más dinero como guía de lo que nunca había ganado en el Servicio de
Antigüedades.
Me encantaría que condenasen a muerte a Rheinholdt, me gustaría presenciar la
ejecución. Por supuesto, iré a testificar y luego iré a ver cómo lo cuelgan. Finalmente,
volveré aquí, junto a mis tumbas.
La muerte del sacerdote no me importa demasiado. Sin embargo, sí que me
preocupa lo que le ocurra a Henry Larrimer, aunque ahora, a decir verdad, me siento
como aliviado. Después de todo, ha encontrado lo que vino a buscar a Egipto. Hubo
un tiempo en que se sentía acobardado en El Cairo y ahora estará a sus anchas. La
gente de allí lo alimentará y satisfará sus necesidades, podrá coger todo lo que le
apetezca. Durante el resto de su vida, no tendrá anhelos, se habrá fundido en el
mundo de los musulmanes que saben bien lo bienaventurados que son los locos que
www.lectulandia.com - Página 196