Page 17 - Osho - El Equilibrio Cuerpo Mente_Lucid
P. 17
acumular dinero. Éste seguirá allí cuando la persona esté muerta. ¡
Es de una locura absoluta! Pero esta locura no la puedes ver hasta
que no has sentido un éxtasis.
Si la gente conoce el éxtasis, el modelo de esta sociedad
tendrá que cambiar. Esta sociedad existe en la desdicha. Es nuestra
gran inversión en el mundo que vivimos. Educamos a nuestros
hijos… desde el principio les creamos una tendencia hacia la
desdicha. Por eso ellos siempre la eligen.
Todo el mundo tiene una elección cada mañana. Y no sólo
cada mañana, en todo momento existe la elección entre ser
desdichado o ser feliz. Siempre escoges la de ser desdichado,
porque ya se ha convertido en un hábito, una costumbre; siempre
lo has hecho así. Has llegado a dominarlo con soltura, se ha
convertido en algo cómodo. En el momento en que la gente tiene
que elegir, escoge inmediatamente la desdicha.
La desdicha es como si fuera cuesta abajo; el éxtasis, cuesta
arriba. Para algo muy difícil de alcanzar; pero no es así. En realidad
es todo lo contrario: el éxtasis es cuesta abajo, la desdicha es
cuesta arriba. La desdicha es una cosa muy difícil de alcanzar, pero
tú lo has logrado, has hecho hasta lo imposible; porque la desdicha
es totalmente antinatural. Nadie quiere ser desdichado y todo el
mundo lo es.
La sociedad ha hecho una gran labor. La educación, la cultura
y los difusores de la cultura, los padres, los maestros todos han
hecho un gran trabajo. De una creación afortunada, han obtenido
criaturas desdichadas. Todo niño nace feliz. Todo niño es un dios al
nacer. Y todo hombre muere loco.
Ésta es toda tu labor: intentar recuperar la infancia, intentar
reclamarla. El que pueda volver de nuevo a ser niño, no conocerá la
desdicha.
No quiero decir que para un niño no haya momentos de
desdicha; los hay. Pero aun así no existe. Intentaré explicarlo.
Un niño puede llegar a ser desdichado, puede ser infeliz,
intensamente infeliz en un momento, pero es todo en esa
infelicidad, se identifica tanto con ella, que no existe división. No se
puede separar al niño de la infelicidad. El niño no está mirando su
infelicidad con distancia, dividido. El niño es infelicidad; está absorto
en ella. Cuando llegas a ser todo con la infelicidad, tal infelicidad
deja de serlo. Al llegar a ser todo en ella, incluso en su negatividad
tiene una belleza intrínseca.
Observa bien a un niño, a un niño que no sea malcriado.
Cuando está furioso, su energía entera llega a convertirse en ira; no
queda nada detrás, no hay frenos. Ha puesto en marcha su furia;
no hay nadie manipulándola ni controlándola. No hay mente. El niño
es todo ira; no es que esté furioso, es que se ha convertido en furia.
Entonces puedes apreciar su belleza, el desarrollo de la ira. El niño
nunca está feo; incluso furioso parece guapo. Tan sólo resulta más
intenso, más vital, más vivo: como un ser tan atómico; como el