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Redacción                                                                    2° Secundaria

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               SEMANA


            Una noticia, ensayo, reseña cinematográfica, afiche publicitario, receta de cocina, noticia, etc., – disímiles en
            su  estructura  y  propósito  –  son  ejemplos  concretos  de  lo  que  comúnmente  llamamos  texto.  Y  dado  la
            familiaridad que tenemos con él (al leer un diario, por ejemplo) resulta excesivo pretender encasillarlo en una
            definición. Sin embargo, sí resulta vital saber qué necesitamos conocer para construir textos eficientes.

            ¿Cómo construir textos sólidos?
            Construir  un  buen  texto  supone  un  largo  y  complejo  proceso  en  el  que  intervienen  aspectos  netamente
            textuales como paratextuales. El texto, así, es el resultado de una serie de etapas y reflexiones (Serafini lo
            divide en tres grandes momentos: preescritura, escritura y postescritura) que determinan el éxito o fracaso
            de  nuestro  propósito  comunicativo.  Conocer  el  género,  plasmar  las  ideas  en  un  esquema  previo  y  revisar
            garantizan un texto «decente» en su contenido y estructura.

            El género
            Parte  fundamental  de  este  proceso  llamado  escritura  es  tener  claro  la  modalidad  textual  que  queremos
            escribir y develar – a modo de radiografía – su estructura típica y características. Conocer esto último, por
            ejemplo, permite escribir un ensayo en tercera persona del plural o impersonal y no en primera persona. Sin
            embargo,  es  común  enfrentarnos  a  escribirlo  sin  antes  saber  cómo  es,  cuáles  son  sus  partes,  qué
            características posee, etc.
            Si conocer el itinerario o el destino final de nuestro viaje nos sirve para saber si debemos llevar ropa ligera o
            abrigadora,  conocer  el  género  del  texto,  de  igual  modo,  nos  ayuda  a  identificar  el  registro  (un  ensayo
            académico  apela  a  un  registro  formal),  el  tipo  de  lector  (una  monografía  universitaria  tiene  como  lector
            directo a un profesor), la extensión (una monografía no se elabora en cinco páginas) y el propósito (informar,
            convencer). Desconocer estas variables (que, por ejemplo, un ensayo sea breve, y una monografía, extensa)
            impiden llegar con éxito a un buen texto. Nuestro primer paso será, entonces, ubicar el texto que deseamos
            escribir, en un ámbito determinado, para luego definir sus características:

            El esquema
            A estas alturas del viaje, tenemos identificado el género discursivo y en consecuencia el registro, el lector, la
            extensión  y  el  propósito;  además,  sabemos  que  los  referentes  (pronombres  personales,  posesivos,
            relativos...),  marcadores  y  signos  de  puntuación  cohesionan  un  texto.  A  esto  hay  que  sumarle  el  tema
            delimitado (sobre todo en los textos académicos); sin embargo, aún no es suficiente.
            Una  vez  definido  el  tema  y  dotado  de  las  ideas  necesarias  (la  materia  prima)  se  aconseja  que  estas  se
            plasmen en una hoja a modo de lista de ideas, para luego trasladarlas a un esquema. Pero no siempre el paso
            es lineal ni se traduce con la facilidad con la que se dice. En ocasiones, solo se utiliza una mínima parte de lo
            escrito en la lista; en otros casos, se emplean ideas nuevas. Incluso, es probable que nuestro esquema inicial
            sea solo eso: el primero (es probable que sufra modificaciones en plena construcción del texto; pero esto es
            tan natural como modificar nuestra ruta ante un desastre natural).

                                                   1.  Introducción

                                                   2.  Subtema 1
                                                     2.1. Subsubtema 1
                                                     2.2. Subsubtema 2
                                                     2.3. Subsubtema 3

                                                   3.  Subtema 2
                                                     3.1. Subsubtema 1
                                                     3.2. Subsubtema 2
                                                     3.3. Subsubtema 3

                                                   4.  Conclusión

            La revisión
            La revisión, parte final de la escritura de todo texto, supone una autoevaluación de los aspectos involucrados
            en él. Entiéndase, entonces, que esta etapa es mucho más que la revisión ortográfica.






              do
             2  Bimestre                                                                                 -32-
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