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Literatura                                                                        5° San Marcos

          I. ASTURIAS.
          La interpretación de la historia a la luz del mito encontró su primer referente en una obra
          imprescindible para entender la política y la cultura  hispanoamericanas durante  el siglo
          XX: nos referimos a El Señor Presidente, la novela emblemática del guatemalteco Miguel
          Ángel  Asturias  (1899-1974).  Antes  de  ella,  sin  embargo,  Asturias  había  publicado
          Leyendas de Guatemala (1930), una serie de relatos donde manifestaba su inclinación a
          la antropología y que nos ofrece algunas de las constantes de su producción: el interés
          por  la  historia  de  su  país,  su  compromiso  con  el  presente  —a  pesar  de  la  dimensión
          mítica  de  su  obra—  y  su  atención  a  las  implicaciones  literarias  de  la  oralidad,  tan
          presente en la cultura hispanoamericana en general y guatemalteca en particular.
          Pero habría de ser El Señor Presidente la obra que más merecida fama le proporcionase a Miguel Ángel Asturias,
          debiendo ser recordada como un hito de la narrativa hispanoamericana. Publicada en 1946, la primera redacción de
          la novela data de 1932, sucediéndose distintas versiones hasta la definitiva que iba a inaugurar un tema vital para
          las literaturas hispanas de nuestro siglo: el de la dictadura.
          Asturias sólo contaba con el precedente del muy peculiar Tirano Banderas de Valle-Inclán; pero, al margen de éste,
          después de El Señor Presidente todos los autores hispanoamericanos que han tratado el tema han debido hacerlo
          guiándose  por  Asturias.  El  guatemalteco  contempla  la  dictadura  como  un  mundo  cerrado,  como  un  universo
          asfixiante  de  leyes  irracionales;  de  ahí  la  fuerte  presencia  de  lo  onírico  en  esta  novela,  así  como  el  peso  —en
          concreto— de los elementos surrealistas siempre presentes en la producción de Asturias. Todo ello en consonancia
          con un estilo barroco cuyas fuentes las tenemos en Quevedo y en Valle y que descansa sobre una sintaxis tensa y
          extrema y sobre un léxico conciliador con el neologismo cultista tanto como con el vulgarismo.
          No olvidó Asturias los aspectos políticos en novelas posteriores, y en Hombres de maíz (1949) volvía a hacer suya
          la teoría de la permanencia y continuidad del pasado en el presente nacional. En este caso, utilizando una técnica
          fragmentarista, el autor hace vivir a sus personajes dos vidas paralelas: la presente y la de los primitivos indígenas
          guatemaltecos,  impregnándose  el  ambiente  de  un  fuerte  telurismo.  La  producción  de  Asturias,  de  la  que  aún
          podemos  recordar  El  Papa  verde  (1950)  y  Week-end  en  Guatemala  (1956),  acentuó  progresivamente  esa  carga
          política sin invalidar los innegables valores literarios de un autor cuya carrera se vio refrendada con la concesión del
          Nobel en 1967.

          JORGE LUIS BORGES (Buenos Aires, 1899 - Ginebra, Suiza, 1986)
          Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo (Buenos Aires, 24 de agosto de 1899-Ginebra, 14 de junio de 1986)
          fue  un  erudito  escritor  argentino,  considerado  uno  de  los  más  destacados  de  la  literatura  del  siglo  XX.  Publicó
          ensayos breves, cuentos y poemas. Su obra, fundamental en la literatura y el pensamiento universal, además de
          objeto de minuciosos análisis y múltiples interpretaciones, excluye todo tipo de dogmatismo.
          Escritor  argentino  considerado  una  de  las  grandes  figuras  de  la  literatura  en  lengua  española  del  siglo  XX.
          Cultivador  de  variados  géneros,  que  a  menudo  fusionó  deliberadamente,  Jorge  Luis  Borges  ocupa  un  puesto
          excepcional en la historia de la literatura por sus relatos breves.
          Ontologías  fantásticas,  genealogías  sincrónicas,  gramáticas  utópicas,  geografías  novelescas,  múltiples  historias
          universales,  bestiarios  lógicos,  éticas  narrativas,  matemáticas  imaginarias,  dramas  teológicos,  invenciones
          geométricas y recuerdos inventados son parte del inmenso paisaje que, en sus obras, Borges ofrece tanto a los
          estudiosos  como  al  lector  no  especializado.  Sobre  todo,  la  filosofía,  concebida  como  perplejidad;  el  pensamiento
          como  conjetura,  y  la  poesía,  la  forma  suprema  de  la  racionalidad.  Aunque  fue  un  literato  puro,  es  preferido  por
          semióticos, matemáticos, filólogos, filósofos y mitólogos, ya que Borges ofrece  —a través de la perfección de su
          lenguaje, de sus conocimientos, del universalismo de sus ideas, de la originalidad de sus ficciones y de la belleza de
          su poesía— una obra que hace honor a la lengua española y al pensamiento universal.
          Ficciones  (1944),  El  Aleph  (1949)  y  El  Hacedor  (1960)  constituyen  sus  tres  colecciones  de  relatos  de  mayor
          proyección.  A  pesar  de  que  su  obra  va  dirigida  a  un  público  comprometido  con  la  aventura  literaria,  su  fama  es
          universal y es definido como el maestro de la ficción contemporánea. Sólo su ideario político pudo impedir que le
          fuera concedido el Nobel de Literatura.

          La obra de Jorge Luis Borges
          Borges es sin duda el escritor argentino con mayor proyección universal. Se hace prácticamente imposible pensar
          la literatura del siglo XX sin su presencia, y así lo han reconocido no sólo la crítica especializada, sino también las
          sucesivas  generaciones  de  escritores,  que  vuelven  con  insistencia  sobre  sus  páginas  como  si  éstas  fueran
          canteras inextinguibles del arte de escribir.
          Borges fue el creador de una cosmovisión muy singular, sostenida sobre un original modo de entender conceptos
          como los de tiempo, espacio, destino o realidad. Sus narraciones y ensayos se nutren de complejas simbologías y de
          una  poderosa  erudición,  producto  de  su  frecuentación  de  las  diversas  literaturas  europeas,  en  especial  la
          anglosajona  (William  Shakespeare,  Thomas  De  Quincey,  Rudyard  Kipling  o  Joseph  Conrad  son  referencias
          permanentes  en  su  obra),  además  de  su  conocimiento  de  la  Biblia,  la  Cábala  judía,  las  primigenias  literaturas
          europeas,  la  literatura  clásica  y  la  filosofía.  Su  riguroso  formalismo,  que  se  constata  en  la  ordenada  y  precisa
          construcción  de  sus  ficciones,  le  permitió  combinar  esa  gran  variedad  de  elementos  sin  que  ninguno  de  ellos
          desentonara.





            Compendio                                                                                       -66-
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