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las personas que me acompañaban en el día a día, en la que esta planta ponde hacerlo, pero eso sí, es fundamental hablar claro cuando se trata de
había aparecido como parte del diálogo, al ser desconocida para mí. Pues precautelar la integridad física y psicológica de los pacientes, formulando
resulta que era semejante al mortiño y que, al ingerirla, ocasionaba alu- recomendaciones en su beneficio.
cinaciones. Este conocimiento me permitió actuar de manera adecuada Por último, puedo afirmar que estas experiencias y muchas otras han
y lograr el bienestar del paciente, pese a los pocos insumos disponibles.
contribuido en mi crecimiento personal y profesional. Me han enseñado
Coloqué una sonda orogástrica para inducir el vómito y realizar el la- a valorar a todas las personas que forman mi equipo de trabajo y que para
vado gástrico, con tres litros de solución salina; luego del procedimiento, ayudar a los pacientes debo analizar con calma la situación, pensar y ac-
persistía la desorientación, pero en menor grado. Necesitaba carbón ac- tuar con seguridad y conocimientos.
tivado del que no disponía, haciendo imperativo su traslado hacia un ¡Recuerda que salvamos vidas y siempre estaremos dispuestos a
centro de mayor nivel de atención, lo cual más tarde sucedió luego de ayudar a quien nos necesite sin importar la situación!
los trámites correspondientes. En menos de dos horas de lo ocurrido, se
le administró el carbón activado y el niño respondió a satisfacción; mi
responsabilidad y deber, cumplidos. Autor: Md. Susana Margoth López Chipantasi
Para mi resultó una experiencia algo aterradora, porque no contaba
con los insumos necesarios, pero a la vez muy enriquecedora, porque me
enseñó que todas las personas que trabajan en el entorno personal son
importantes, y colaboran en beneficio del paciente.
Otra experiencia que nunca olvidaré, por la extrañeza de la situación
sucedió hace varios años, al comienzo de mi vida hospitalaria, siempre la
recordaré con asombro.
Había transcurrido, casi por completo, mi turno de veinticuatro horas;
cerca de las once de la noche, donde el cansancio físico y mental se ha-
cían presentes para apoderarse de mí y queriendo descansar diez minutos
para recobrar fuerzas. En ese momento anhelado, ingresó al área de emer-
gencia de ginecología, una señora de mediana edad, que supo llamar mi
atención de inmediato, por sus expresiones faciales y forma de caminar.
Como médico, analizo a la paciente desde su ingreso; su rostro mostraba
angustia, nerviosismo, vergüenza y dolor.
Al iniciar la historia clínica la paciente comentó que, junto a su pareja,
estaban empeñados en reanimar su vida sexual, por lo que habían em-
pezado a experimentar juegos previos al acto, utilizando varios objetos,
entre ellos frutas y vegetales. En esta ocasión, se les ocurrió emplear un
tomate de árbol, el mismo que se atascó; entonces la angustia y la deses-
peración se presentaron al momento en que su pareja trató de retirarlo sin
conseguirlo, por lo que todo intento fracasó. El dolor apareció por lo cual
acudieron al centro de salud para que sea extraído. Al colocar el espéculo
vaginal para evidenciar el escenario, el vegetal se encontraba en el canal
vaginal, era de un tamaño bastante considerable, pero se logró extraerlo,
para suerte de la paciente no se evidenciaron lesiones.
Como prevención se enviaron antibióticos profilácticos y se le brindó
consejería sexual. La paciente muy agradecida, prometió no volver a
realizar una actividad semejante. Como médico no juzgo, no me corres-
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