Page 16 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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               lleno de inmoralidad y violencia llenó la copa con su iniquidad en re-
               belión contra Dios, nuestro mundo se está preparando para los juicios
               divinos finales.
                  En su amor, Dios apela a un planeta que lo ha abandonado. No hay
               nada más importante para él que salvar a la mayor cantidad posible de
               personas. Cuando Dios retira su poder protector, se extienden los desas-
               tres naturales y las enfermedades que provocan la muerte. Él no causa
               estas tragedias, pero las usa para demostrar la fragilidad de la vida. Ellas
               nos ponen de rodillas para buscar la única fuente de seguridad, que es
               Cristo y las promesas de su Palabra. La Biblia es un libro lleno de las
               promesas de Dios.
               La esperanza marca la diferencia
                  Cuando perdemos la esperanza, las negras nubes de la desesperación
               se ciernen sobre nuestra cabeza. El futuro parece sombrío, y el mañana
               se avizora incierto. La esperanza nos lleva de lo que es a lo que será. Ella
               pinta el futuro en un conjunto de colores brillantes. Levanta nuestro es-
               píritu del lodo y nos eleva al cielo.
                  La esperanza no es un deseo vano o un vago anhelo de un mañana
               mejor. No es un deseo sin fundamento o una expectativa incierta. En las
               Escrituras, la esperanza es una expectativa fuerte y segura, basada en las
               inmutables promesas de Dios con la certeza de que lo que se espera se
               logrará. Al escribir el libro bíblico de Romanos, Pablo declaró que todas
               las “cosas se escribieron hace tiempo en las Escrituras para que nos sir-
               van de enseñanza. Y las Escrituras nos dan esperanza y ánimo mientras
               esperamos con paciencia hasta que se cumplan las promesas de Dios”
               (Romanos 15:4).
                  El apóstol enfrentó las pruebas más severas en la vida. Fue apedrea-
               do, golpeado, injustamente condenado y encarcelado. Aun así, escribió
               a los cristianos de Roma que enfrentaban tiempos difíciles: “Le pido a
               Dios, fuente de esperanza, que los llene completamente de alegría y paz,
               porque confían en él. Entonces rebosarán de una esperanza segura me-
               diante el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13). El Señor es un Dios
               de esperanza. Cuando nos apropiamos de su amoroso cuidado en nues-
               tro favor en todas las circunstancias de la vida, nuestro corazón se llena
               de alegría y paz, rebosante de esperanza.
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