Page 20 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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16 Esperanza para un mundo en crisis
gigantes de agua sacudían el bote. El Evangelio de San Mateo relata el caso
de la siguiente manera: “Mientras tanto, los discípulos se encontraban en
problemas lejos de tierra firme, ya que se había levantado un fuerte viento
y luchaban contra grandes olas. A eso de las tres de la madrugada, Jesús
se acercó a ellos caminando sobre el agua” (S. Mateo 14:24, 25). Era de
madrugada. Habían abordado el bote a primera hora de la tarde. Debían
terminar el cruce en dos o tres horas, pero lucharon contra el viento y las
olas durante ocho largas horas. Se sentían fatigados, cansados y exhaus-
tos. Era como si ya no pudieran pelear. Su fuerza se había agotado.
Hay momentos en la vida en que la batalla es feroz. La tormenta se
desata a nuestro alrededor y estamos tan agotados por el conflicto que
imaginamos que no podemos continuar la lucha. Ahí es cuando nos lle-
gan buenas noticias.
¿Qué estaba haciendo Jesús mientras tanto? ¿Dónde estaba él du-
rante esa dura pelea? Estaba orando por los discípulos. Pidiéndole al
Padre que aumentara la fe de ellos, que los fortaleciera para enfrentar la
tormenta y les concediera el coraje para continuar. Jesús sabía algo que
los discípulos no sabían: la Cruz se acercaba y la tormenta por la que
atravesaban en ese momento aumentaría la fe de los doce, en prepara-
ción para lo que estaba por venir. En las tormentas de la vida que enfren-
tamos todos los días, Jesús nos está preparando para mayores crisis que
asolarán nuestro mundo en el futuro.
Los discípulos miraban la tormenta; Jesús miraba a los discípulos.
Los ojos de ellos estaban fijos en las olas; los de Jesús estaban fijos en los
discípulos. Para los discípulos, todo parecía estar fuera de control, pero
Jesús tenía todo bajo control. En medio de las tormentas de la vida, los
ojos de Dios están sobre nosotros. Cuando los truenos estallan y las olas
se agigantan, él sigue siendo poderoso para salvar. En la oscuridad, él es
la luz de nuestra vida.
En los versículos 25 y 26, las Escrituras dicen: “A eso de las tres
de la madrugada, Jesús se acercó a ellos caminando sobre el agua.
Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, quedaron ate-
rrados. Llenos de miedo, clamaron: ‘¡Es un fantasma!’ ” Los discípulos
quedaron aterrorizados. Ese es el problema. Temieron lo desconoci-
do. Vieron lo que pensaron que era un fantasma. La creencia en los
espíritus malignos era común en el siglo I en Palestina. La idea de la