Page 19 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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Victoria sobre el miedo, la preocupación y la ansiedad 15
Esta leyenda es una verdadera parábola de la vida. Las enfermeda-
des pueden matar a miles de personas, pero muchas mueren porque es-
tán abrumadas por el miedo. Cuando miramos el futuro con ansiedad,
esperando lo peor, en lugar de esperar lo mejor con anticipación, nos
invade un sentimiento paralizante. Desde nuestro nacimiento, el mie-
do a menudo arroja su sombra oscura sobre nosotros. Oprime nuestra
mente, debilita nuestro sistema inmunológico, disminuye nuestra fuer-
za de voluntad y nos debilita en la batalla contra el enemigo. El miedo
ahoga la alegría y destruye los sueños.
Es una emoción estrechamente relacionada con la ansiedad y la
preocupación. A menudo viene como resultado de una amenaza, situa-
ción o peligro aparentemente inevitable. De la COVID-19 aprendimos
que, de repente, una pandemia puede infundir miedo en el corazón
del mundo entero. La gente comenzó a temer que cada persona que
conocía pudiera tener el coronavirus. Cualquier tos encendía la alerta
de los que estaban cerca. Estornudar hizo que el corazón se acelerara.
Muchos se preguntaban todo el tiempo: “¿Me contagié del virus? ¿Qué
pasa si estoy infectado? ¿Es mi sentencia de muerte?”
Cómo afrontar el miedo
¿Qué nos puede liberar de nuestros peores temores? O, más bien:
¿quién realmente puede calmarnos? La Biblia presenta más de tres mil
promesas que muestran el amor y el cuidado de Dios. Muchas de ellas
son específicamente alentadoras en tiempos de crisis. Cuando nos afe-
rramos a las promesas divinas, nos llenamos de esperanza al enfrentar
las dificultades de la vida. La confianza en Cristo nos fortalece, y es-
tamos seguros de que él está a nuestro lado. Tenemos la seguridad de
aquel que dijo: “Nunca te fallaré. Jamás te abandonaré” (Hebreos 13:5).
Una de las historias más bellas de la Biblia se desarrolló en el tormen-
toso Mar de Galilea, y nos enseña la importancia de la fe para enfrentar
el miedo. El Mar de Galilea tiene unos 21 kilómetros de largo por 13
kilómetros de ancho. A veces, soplan fuertes vientos, lo que transforma
rápidamente el mar calmo en un torrente de furia impetuosa.
Los discípulos de Jesús cruzaron el mar en una noche estrellada, dis-
frutando de las tranquilas aguas. De repente, negras nubes cubrieron
el cielo. El viento agitó las aguas, y formó grandes olas. Las corrientes