Page 21 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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Victoria sobre el miedo, la preocupación y la ansiedad 17
existencia de fantasmas, espíritus y guardianes era generalizada. Esos
discípulos habían pasado años con Jesús, pero, en un momento de tor-
menta, sus temores asumieron el control y eclipsaron los procesos de
pensamiento racional.
Lo desconocido a veces despierta miedo, y el problema es que, en al-
gunas ocasiones, nuestros peores temores se hacen realidad. Hay quienes
dicen: “No te preocupes. Todo estará bien”. Pero tú y yo sabemos que las
cosas no siempre salen como queremos. Por lo tanto, muchos entran en
el juego de “¿qué pasa si?”: “¿Qué pasa si tengo cáncer?” “¿Cómo reaccio-
naré si el médico dice que necesito comenzar el tratamiento de inmedia-
to?” “Mi esposo no volvió a casa para cenar con nosotros, como lo hace
siempre. Ya son las 22 y todavía no ha llamado. ¿Y si tuvo un accidente?”
“La empresa para la que trabajo está haciendo un corte drástico en el
personal. ¿Qué pasa si pierdo mi trabajo y no puedo pagar las cuentas?”
Las preguntas de “qué pasaría si” deben ceder su paso ante la voz de
Cristo, quien proclama en medio del mar embravecido de la vida: “No
tengan miedo –dijo–. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí!” (versículo 27). ¿Te
has dado cuenta de cuántas veces el Señor dice: “No tengas miedo”? A
lo largo de los evangelios, Jesús usa las frases “no tengas miedo” y “ten
ánimo” muchas veces.
Jesús es la respuesta a los temores abrumadores que consumen
nuestra energía, roban nuestra alegría y arruinan nuestra salud. El mie-
do necesita dar lugar a la fe a medida que ajustamos nuestro enfoque. El
miedo es una emoción. No siempre podemos controlar nuestras emo-
ciones. Ellas van y vienen. A menudo nos inundan en forma inesperada.
La fe es una actitud. Significa confiar en que Dios es nuestro amigo, que
nos ama y que nunca nos hará daño.
Una ilustración personal
Permíteme compartir una ilustración muy íntima contigo. Tuve que
recibir tratamiento médico para un problema de salud específico que estoy
afrontando. Una de las terapias recomendadas por el equipo médico fue la
oxigenoterapia hiperbárica. Es necesario ingresar en una cámara de oxíge-
no hiperbárico y permanecer allí durante aproximadamente 2 horas todos
los días, por un total de 35 a 40 sesiones. Cuando el dueño de la clínica
me explicó cómo funcionaba el tratamiento, advirtió que el problema de