Page 25 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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Victoria sobre el miedo, la preocupación y la ansiedad  21


                      ¿Por qué no debemos temer? La razón no es porque creamos que
                   nunca nos enfermaremos. La libertad del miedo se basa en la certeza de
                   la presencia de Cristo con nosotros. ¿Recuerdas el momento en que Job
                   sufrió una terrible plaga que afligió su cuerpo? En medio del sufrimiento,
                   declaró con confianza: “Pero yo sé que mi Redentor vive, y que al fin se
                   levantará sobre el polvo, y que después de deshecha esta mi piel, en mi
                   carne he de ver a Dios” (Job 19:25, 26, RVR 95). Job estaba absolutamente
                   seguro de que llegaría un mejor momento y que, un día, vería a Dios cara
                   a cara. Hasta entonces, con esperanza y confianza, pudo exclamar: “Dios
                   podría matarme, pero es mi única esperanza” (Job 13:15). Job vivía con-
                   fiado en el Dios que no solo prometió estar con él en cada momento del
                   día, sino también le aseguró que vendría un mañana mejor.
                      Incluso si contraemos una enfermedad que puede causar la muerte,
                   nuestra fe debe mantener viva la promesa de que Jesús volverá pronto
                   para llevarnos a casa. Al igual que Job, creemos que lo veremos cara a
                   cara. Cristo nos dejó estas palabras de consuelo: “No dejen que el cora-
                   zón se les llene de angustia; confíen en Dios y confíen también en mí. En
                   el hogar de mi Padre, hay lugar más que suficiente. Si no fuera así, ¿acaso
                   les habría dicho que voy a prepararles un lugar? Cuando todo esté listo,
                   volveré para llevarlos, para que siempre estén conmigo donde yo estoy”
                   (S. Juan 14:1-3).
                      ¡Jesús regresará! En ese maravilloso día, seremos llevados a las nubes
                   del cielo y lo encontraremos en el aire. La enfermedad y el sufrimiento
                   serán erradicados para siempre. La enfermedad y la muerte no tendrán
                   lugar en la presencia de nuestro Dios amoroso.
                      Una de las principales razones para no vivir con miedo es el hecho
                   de que conocemos el final de todo. Sabemos que la enfermedad no ten-
                   drá la última palabra. La última palabra es de Cristo. Sabemos que el
                   coronavirus, o cualquier otro virus, desastre natural, calamidad o gue-
                   rra nuclear no destruirá toda la vida en el planeta Tierra. Tenemos la
                   promesa del regreso de Jesús. Vemos hambrunas. Vemos terremotos.
                   Vemos angustia entre las naciones. Vemos la posibilidad de un con-
                   flicto nuclear. Vemos el cambio climático. Vemos que la enfermedad
                   les arrebata la vida a miles. Vemos todas estas cosas, pero tenemos
                   una esperanza que nos permite triunfar en medio de los momentos
                   más difíciles de la vida.
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