Page 22 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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               muchas personas que ingresan en la cámara no es la claustrofobia, sino la
               falta de confianza. No es posible salir por los propios medios de la cámara.
               El paciente debe estar absolutamente seguro de que el operador lo sacará
               de allí después del procedimiento. La confianza promueve la calma.
                  Cuando entré en la cámara hiperbárica, deposité mi confianza en
               el técnico. No tenía miedo, porque confiaba en quien estaba operan-
               do la máquina. Creía que la persona encargada sabía lo que estaba
               haciendo.
                  Cuando pasamos por experiencias desafiantes, cuando el miedo cre-
               ce y la ansiedad amenaza nuestra alegría, podemos tener absoluta con-
               fianza en Cristo. Jesús tiene las riendas; él sabe lo que hace.
                  La respuesta a los temores que enfrentamos es la fe en el hecho de
               que Jesús está presente en las tormentas de la vida y nos acompañará
               en cualquier situación. El miedo es una emoción. La fe es una actitud y
               una decisión.
                  Pedro no permitió que sus miedos anularan la fe y le hicieran per-
               der el foco. En medio de la tormenta y las olas furiosas, le gritó a Jesús:
               “Señor, si realmente eres tú, ordéname que vaya hacia ti caminando sobre
               el agua” (versículo 28). La fe nos saca del bote. La fe nos lleva a caminar
               en aguas tormentosas con Jesús. La fe nos lleva a enfrentar el viento y la
               lluvia con los ojos fijos en el Maestro de los vientos y el Señor del cielo y la
               Tierra. La fe vence al miedo. La confianza triunfa sobre nuestras pruebas.
               La fe supera los obstáculos en nuestro camino y nos permite andar sobre
               mares tormentosos con Jesús.
                  Jesús respondió a la solicitud de Pedro con un par de palabras: “Sí,
               ven” (versículo 29). Jesús nunca dice: “¡Mantén distancia!” Él nunca dice:
               “Tú decides”. Jesús nunca dice: “Deja de molestarme con esto. Ya tengo
               demasiados problemas para resolver en el mundo”.
                  Al contrario, él invita: “¡Ven! Bájate del bote. Ven por fe y camina so-
               bre el agua. ¡Ven! ¡Mis brazos son fuertes! No te ahogarás”. Pedro respon-
               dió a la invitación de Cristo y salió del bote. Se aventuró a lo desconocido
               con Jesús. Pedro no permitió que sus miedos lo paralizaran.
                  ¿Cuáles son tus mayores miedos? ¿Qué es lo que más te preocupa?
               Cristo es más grande que nuestros temores. Es más grande que nuestras
               dudas. Es más grande que nuestras preguntas. Y nos invita a ir a él en
               medio de los mares tormentosos de la vida.
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