Page 83 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
P. 83

Dónde encontrar seguridad              79


                              descendía del cielo desde la presencia de Dios, como una
                              novia hermosamente vestida para su esposo.
                                 Oí una fuerte voz que salía del trono y decía: “¡Miren,
                              el hogar de Dios ahora está entre su pueblo! Él vivirá con
                              ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos.
                              Él les secará toda lágrima de los ojos, y no habrá más muer-
                              te ni tristeza ni llanto ni dolor. Todas esas cosas ya no exis-
                              tirán más” (Apocalipsis 21:1-4).
                      El apóstol vio el acto final en el gran conflicto entre el bien y el mal.
                   La perversidad, el mal y el pecado finalmente serán destruidos por com-
                   pleto. La ciudad santa, la Nueva Jerusalén, descenderá del cielo. El pla-
                   neta Tierra será renovado a su esplendor edénico. Este planeta rebelde
                   será el centro del nuevo mundo de Dios. El tabernáculo del Señor, la
                   morada de Dios mismo, se establecerá en la Tierra renovada. Dios mo-
                   rará con su pueblo. El amor reinará. La alegría llenará nuestro corazón.
                   La enfermedad, los desastres y la muerte terminarán para siempre.
                      Un día, la maldad abandonará la escena y será reemplazada por la
                   justicia. Un día, la guerra se rendirá a la paz. Un día, las enfermedades
                   serán erradicadas, y nuestros cuerpos prosperarán en plena salud. Un
                   día, el mal será derrotado y la bondad reinará. Un día, la pobreza abrirá
                   camino a la abundancia. Un día, el diablo definitivamente será destruido.
                   Jesús será Señor de señores y Rey de reyes. Aunque el mal parezca tan
                   fuerte, la perversión tan grande y el pecado tan poderoso, el Testigo fiel y
                   verdadero, el Cristo resucitado, el Gobernante de los reyes de la Tierra, el
                   verdadero Rey de reyes, volverá y viviremos con él para siempre.
                      Nuestra actitud debe ser similar a la de George MacDonald, un gran
                   predicador y escritor escocés. Se dice que un día estaba hablando con su
                   hijo sobre el cielo y las profecías, y escuchó del niño: “Parece demasiado
                   bueno como para ser verdad”. Una sonrisa brilló en el rostro barbudo
                   de MacDonald. “No –respondió–, ¡es tan bueno que debe ser verdad!” 2
                      El  viejo predicador tenía razón.  Ninguna mente humana podría
                   inventar un final tan glorioso para el conflicto entre el bien y el mal.
                   Las alegrías del cielo superan con creces nuestra comprensión. Nuestro
                   Padre celestial ha preparado algo para nosotros que satisfará cada nece-
                   sidad de nuestro corazón.

                   2   Philip Yancey, Decepcionado com Deus (San Pablo: Mundo Cristiano, 2004), p. 97.
   78   79   80   81   82   83   84