Page 82 - ESPERANZA PARA UN MUNDO EN CRISIS
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               creaste todas las cosas, y existen porque tú las creaste según tu volun-
               tad” (Apocalipsis 4:11). Nosotros existimos por voluntad de Dios. No
               somos una agrupación aleatoria de moléculas ni una matriz de células
               azarosas. La adoración en sábado es un glorioso testimonio del amor de
               nuestro Dios, el Creador, quien nos ha dado el regalo de la vida.
                  El profeta Isaías habla sobre el tiempo en que Dios creará “cielos
               nuevos” y “tierra nueva”. Él dice: “Sucederá que de una luna nueva a
               otra, y de un sábado a otro, toda la humanidad vendrá a postrarse ante
               mí, dice el Señor” (Isaías 66:22, 23). En la Tierra Nueva experimenta-
               remos, cada sábado, la alegría de la adoración con todo el Universo.
               Padre, Hijo y Espíritu Santo nos guiarán en una sinfonía de alabanza
               en la ciudad de refugio en la Nueva Jerusalén. Allí estaremos a salvo
               para siempre.

               La Nueva Jerusalén: la ciudad de refugio definitivo
                  Dios puede alentarnos de maneras extraordinarias cuando pasamos
               por pruebas. El apóstol Juan estuvo exiliado en la isla rocosa y árida de
               Patmos. ¡Imagina la soledad que sintió! Quedó aislado de su familia, sus
               amigos, sus hermanos y sus hermanas en la fe.
                  Sin embargo, Juan no estaba solo. Día tras día, pasaba tiempo con
               Jesús en oración y meditación. Hasta que, un día, la gloria de Dios lo
               inundó. El ángel del Señor bajó del cielo y le reveló el futuro con símbo-
               los extraordinarios de imágenes proféticas.
                  Juan escribió las visiones que el ángel le dio para que nosotros pu-
               diéramos leerlas hoy. Están en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis.
               Estas revelaciones proféticas muestran que Dios está al mando del des-
               tino de este planeta. El clímax del libro de Apocalipsis es la ciudad santa,
               la Nueva Jerusalén, que desciende del cielo a la Tierra.
                  En lo profundo de nuestro corazón, anhelamos seguridad. Nuestro
               objetivo es un mundo mejor, en el que el dolor y el sufrimiento ya no
               existan. La Nueva Jerusalén es la ciudad eterna de refugio de Dios. Allí,
               en presencia de Jesús, estaremos a salvo para siempre.
                  Al escribir sobre esta ciudad, el apóstol Juan escribió:
                              Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque
                           el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido y
                           también el mar. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que
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