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PRÓLOGO A LA PRESENTE EDICIÓN ESPAÑOLA
que por definición no puede menoscabar injustificadamente la libertad. Y
se lo dice: «En el momento en que usted admite que el extremo no es posi-
ble... está perdido según su propio argumento, porque intenta persuadirnos
de que tan pronto como nos desplacemos una pulgada en la dirección de la
planificación ya estamos en la senda resbaladiza que llevará finalmente al
precipicio.»
Keynes concluye que la lógica del propio Hayek no fuerza a la conclu-
sión de que no hay que planificar ¡ni siquiera planificar menos! De lo que
se trata es de conseguir que la comunidad comparta la excelente posición
moral del austriaco,que se sitúe fuera de los «extremos» y ya veremos a dónde
conduce este ideal socialdemocrático.
Más de sesenta años más tarde,ya lo hemos visto:ha ido cayendo el tota-
litarismo socialista, y no se han impuesto los campos de concentración co-
munistas o fascistas, sino una democracia intervenida y onerosa hasta unos
niveles que probablemente dejarían boquiabiertos tanto a Hayek como al
mismo Keynes. Sin que haya habido protestas destacables, la coacción polí-
tica y legislativa ha adquirido un peso en la sociedad del tenor de aquel que
según los clásicos explicaría y también justificaría la revuelta popular.
¿Qué hacer, pues, con Camino de servidumbre? Aprender, como dijimos
al principio, de sus fortalezas y sus debilidades. Quizá quepa concluir que
uno de sus mayores aciertos fue advertirnos contra la tentación de buscar
fundamentalmente el atajo político en la lucha por la libertad. Es un atajo
estéril y peligroso porque, como bien escribió Hayek en su célebre dedica-
toria, ese es el mundo de los socialistas de todos los partidos.
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