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SEGURIDAD Y LIBERTAD

               y distinción se logran casi exclusivamente convirtiéndose en un sirviente a
               sueldo del Estado, donde la ejecución de un deber asignado se considera más
               laudable que la elección por sí de su campo de utilidad, donde todas las acti-
               vidades que no dan acceso a un lugar reconocido en la jerarquía oficial o dere-
               cho a un ingreso fijo, se consideran inferiores e incluso algo deshonrosas,
               sería excesivo esperar que muchos prefieran largo tiempo la libertad a la segu-
               ridad. Y donde la alternativa frente a la seguridad en una posición depen-
               diente es la más precaria posición, en la que a uno se le desprecia tanto si
               triunfa como si fracasa,pocos serán los que resistan a la tentación de salvarse
               al precio de la libertad. Cuando las cosas han llegado tan lejos, la libertad
               casi se convierte realmente en objeto de burla, puesto que sólo puede adqui-
               rirse por el sacrificio de la mayor parte de las cosas agradables de este mundo.
               En tal situación,poco puede sorprender que sean cada vez más las gentes que
               empiezan a sentir que sin seguridad económica la libertad «carece de valor»
               y están dispuestas al sacrificio de su libertad para ganar la seguridad. Pero
               es inquietante ver que el profesor Harold Laski emplea en Inglaterra el mis-
               mísimo argumento que ha influido más quizá que ningún otro para llevar
               al pueblo alemán al sacrificio de su libertad. 9
                  No cabe duda que uno de los principales fines de la política deberá ser la
               adecuada seguridad contra las grandes privaciones y la reducción de las causas
               evitables de la mala orientación de los esfuerzos y los consiguientes fracasos.
               Pero si esta acción ha de tener éxito y no se quiere que destruya la libertad
               individual, la seguridad tiene que proporcionarse fuera del mercado y debe
               dejarse que la competencia funcione sin obstrucciones. Cierta seguridad es
               esencial si la libertad ha de preservarse, porque la mayoría de los hombres
               sólo estará dispuesta a soportar el riesgo que encierra inevitablemente la li-
               bertad si este riesgo no es demasiado grande.Pero,si bien no debemos perder
               jamás de vista esta verdad, nada es tan fatal como la moda de hoy, entre los
               dirigentes intelectuales, de exaltar la seguridad a expensas de la libertad. Es
               esencial que aprendamos de nuevo a enfrentarnos francamente con el hecho



                  9. H.J. Laski, Liberty in the Modern State (Pelican, 1937, p. 51): «Los que conocen la vida normal
               del pobre,su obsesionante sensación de una inminente desgracia,su vacilante persecución de una belleza
               que perpetuamente le escapa, comprenderán bastante bien que sin seguridad económica la libertad
               carece de valor.»

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