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SEGURIDAD Y LIBERTAD

               (o salarios) en particular, que, asegurando los ingresos de algunas personas,
               hacen más y más precaria la posición de las restantes.
                  Así, cuanto más intentamos proporcionar seguridad plena, mediante
               intromisiones en el sistema del mercado, mayor se hace la inseguridad; y,
               lo que es peor, mayor se hace el contraste entre la seguridad de quienes la
               han obtenido como un privilegio y la creciente inseguridad de los poster-
               gados. Y cuanto más privilegio es la seguridad y mayor el peligro para los
               excluidos de ella, más apreciada será. A medida que el número de los privi-
               legiados aumenta y la diferencia entre su seguridad y la inseguridad de los
               demás se eleva,surge gradualmente un conjunto de valores sociales comple-
               tamente nuevos.Ya no es la independencia,sino la seguridad,lo que da cate-
               goría y posición social.El derecho seguro a una pensión,mas que la confianza
               en su capacidad, hace a un joven preferido para el matrimonio. La insegu-
               ridad lleva al temido estado del paria, en el que permanecen por toda su vida
               quienes en su juventud no fueron admitidos en el refugio de un empleo a
               sueldo.


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                  El empeño general de lograr seguridad por medidas restrictivas, tolerado
               o favorecido por el Estado, ha producido con el transcurso del tiempo una
               progresiva transformación de la sociedad,una transformación en la que,como
               en tantas otras direcciones,Alemania ha guiado y los demás países han seguido.
               Se ha acelerado esta marcha por otro efecto de la enseñanza socialista:el deli-
               berado menosprecio de todas las actividades que envuelven riesgo econó-
               mico y el oprobio moral arrojado sobre las ganancias que hacen atractivo el
               riesgo, pero que sólo pocos pueden conseguir. No podemos censurar a nues-
               tros jóvenes porque prefieran una posición asalariada segura mejor que el
               riesgo de la empresa, cuando desde su primera juventud han visto aquélla
               considerada como ocupación superior, más altruista y desinteresada. La ge-
               neración más joven de hoy ha crecido en un mundo donde, en la escuela y
               en la prensa, se ha representado el espíritu de la empresa comercial como
               deshonroso y la consecución de un beneficio como inmoral,y donde dar ocu-
               pación a cien personas se considera una explotación, pero se tiene por ho-
               norable el mandar a otras tantas. Los viejos quizá consideren esto como una

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