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a. Cuando el pecador oye la predicación de la Ley, entiende que ha pecado y que
         ha pecado contra su Dios (porque ha violado la Ley de Dios).


           Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo
                quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él;
                                porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. [Rom 3.19‐20]


                               b. Por este entendimiento, el pecado “abunda” y el pecador ya está listo para oír de
         la gracia de Dios (de lo que Dios hizo para librarlo de su culpabilidad en el día del juicio y de la ira que
         está por venir).


          Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia. [Rom 5.20]


                               c. De esta manera la Ley es como un ayo (un ayudante, un educador) que lleva al
         pecador a Cristo para que sea justificado por la fe.


          De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. [Gal 3.24]


                               d. La Ley, entonces, como un arado, se mete en la dura tierra del corazón incrédulo
         y lo quiebra suavizándolo y levantando las “piedras del pecado” a la superficie. Es en este momento que
         uno puede quitar estas piedras por medio del arrepentimiento.


                       iv. La tierra del corazón se queda “buena y recta” por medio del arrepentimiento.


           Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con
                                                    perseverancia. [Luc 8.15]

                               a. Si alguien conoce sus pecados por medio de la Ley (la Ley define lo que es
         pecado: es cualquier infracción de la Ley; 1Jn 3.4), debe “sacarlos de la tierra de su corazón”
         arrepintiéndose: Confesando sus pecados a Dios y apartándose de ellos.


             El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. [Prov 28.13]


                               b. Un buen entendimiento de la Ley de Dios crea un temor santo en el corazón del
         hombre. Por ejemplo, vea la reacción de los israelitas después de que Dios les entregó la Ley moral de
         los diez mandamientos.
           Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el
           pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable
           Dios con nosotros, para que no muramos. Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y
                            para que sutemor esté delante de vosotros, para que no pequéis. [Exod 20.18‐20]


                               c. Por esto hay que usar la Ley legítimamente. Sólo así se puede preparar el
         corazón del pecador para recibir la semilla del evangelio de la gracia de Dios. El entendimiento de la
         Ley crea un santo temor en el corazón del hombre y esto es bueno porque sólo así se arrepentirá (se
         apartará de su maldad).


            Con misericordia y verdad se corrige el pecado, y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal. [Prov 16.6]
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