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Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. [2Tim 2.4]
a. En esta parte de la parábola del sembrador algunos ven al cristiano que se ha
enredado en los negocios de este mundo (las deudas, una carrera, el “éxito” secular, etc.).
b. Cuando un santo hace esto, su vida y su andar en Cristo no producen fruto. Los
afanes de este siglo, el engaño de las riquezas y los placeres de la vida “ahogan” la semilla del evangelio
y por lo tanto no produce fruto.
c. Aunque esta podría ser una buena manera de aplicar esta parte de la parábola
personalmente, no es lo que el pasaje dice.
ii. En Marcos 4.19, la Biblia dice que “la semilla” que se sembró entre los espinos “se hace
infructuosa”. Observe que es la semilla que es infructuosa—que no produce fruto.
a. La semilla no crece porque los espinos la ahogan. No es que la semilla crezca y
luego no haya fruto. Más bien, la semilla no crece. No llega a ser una planta.
b. Esto sucede cuando se siembra la semilla del evangelio en el corazón de uno que
está tan enredado en el afán de este siglo o en las codicias de una “vida exitosa” que aunque oye, pronto
olvida.
C. El ejemplo de este tipo de tierra es el joven rico de Lucas 18 que quería heredar la vida eterna.
18 Un hombre principal le preguntó, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
19 Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios.
20 Los mandamientos sabes: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; honra a tu padre y a tu
madre.
21 Él dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud.
22 Jesús, oyendo esto, le dijo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el
cielo; y ven, sígueme.
23 Entonces él, oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico.
24 Al ver Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen
riquezas! [Luc 18.18‐24]
i. (Luc 18.18‐22) Él oye la Palabra. El Gran Sembrador siembra la semilla en su corazón.
ii. (Luc 18.23‐24) Sin embargo, las riquezas de este mundo ahogaron la semilla y se hizo
infructuosa. Este joven rico se fue sin la salvación, todavía en sus pecados.
a. Él es, entonces, un buen ejemplo de alguien que “oye y se va” porque hay otras cosas más llamativas
en este mundo (los “espinos” que ahogan el evangelio).
b. Este joven es como muchos hoy en día que, al oír el evangelio deciden dar
prioridad a las riquezas de este mundo pensando que luego arreglarán cuentas con Dios. No obstante,
la semilla se ahoga entre todos los afanes de este siglo y nunca lo hacen.
4. La semilla en “buena tierra” : El que oye, entiende y se convierte.
Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.
[Mar 4.8]