Page 131 - Rassinier Paul La mentira de Ulises
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RASSINIER : La mentira de Ulises
contentó con provocar la caída de todos aquellos
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que no le agradaban, sine que entorpeció el empleo de los servicios de la
organización autónoma de presos en favor de los detenidos. Finalmente, en los
primeros días de 1942, se sintió enfermo y fue lo bastante estúpido como para
dirigirse a la enfermería. Así se entregó a sus adversarios. Con la autorizaciórõ del
doctor Hoven de ta S.S., que había trabajado durante mucho tiempo en este
asunto y estaba de parte de los potíticos, se declaró inmediatamente que Kushnir
era contagioso, se le aisló, y unas horas más tarde se le mató con una inyección de
veneno.» (Página 276.)
Gregorij Kushnir-Kushnarev probablemente era culpable de todo lo que se le acusa,
pero todos aquellos que han trepado por los escalones de la jerarquía de los campos de
concentración y han ocupado el mismo puesto antes o después que él, se han portado de la
misma manera y tienen sobre su conciencia los mismos crímenes. Este no tenía la aprobación
de Eugen Kogon... Sea lo que sea, es difícil de creer que la S.S., en la persona del doctor
Hoven, haya tomado gratuitamente una parte tan activa en su eliminación.
Eugen Kogon añade:
«Recuerdo todavía el suspiro de alivio que pasó a través del campo, cuando
con la rapidez del relámpago se difundió la noticia de que Kushnir había muerto en
la enfermería.»
El clan del que formaba parte el testigo lanzó sin duda alguna un suspiro de alivio, y
esto se concibe ya que esta muerte significaba su advenimiento al poder. Pero el suspiro fue
sólo de satisfacción en el resto del campo, en el que la muerte por ejecución de un miembro
influyente de la Häftlingsführung siempre era acogida con alguna esperanza de ver mejorar por
fin la suerte común. Al cabo de algún tiempo, se descubría que nada había cambiado y hasta
la siguiente ejecución resultaba indiferente para todo el mundo el ser sacrificado en el altar de
la verdad o en el de la mentira, unidos ambos en el horror.
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TRANSPORTES.
«Se sabe que en los campos la oficina estadística del trabajo, formada por
presos, administraba el empleo de los trabajadores bajo el control y las
instrucciones del jefe de la mano de obra y del servicio del trabajo. Con los años,
la S.S. no pudo atender las enormes peticiones. En Buchenwald, el capitán
Schwarz de la S.S. sólo intentó una vez formar por sí mismo un transporte de mil
presos. Después de haber hecho permanecer a casi todo el campo media jornada en
la plaza para pasar revista, logró reunir 600 hombres. Pero los individuos
examinados que hubieran tenido que salir de la fila se marcharon sencillamente en
otras direcciones y nadie quedó en manos de Schwarz...» (Página 286.)
A mi juicio, no había ningún inconveniente para que la experiencia Schwarz se
repitiese cada vez que se tratase de organizar un transporte hacia cualquier lugar de trabajo: si
la S.S. nunca hubiera podido lograrlo, hubiera sido mejor. Pero:
«A partir de este momento, el jefe de la mano de obra confió a los presos de
la Arbeitsstatistik todas las cuestiones sobre el reparto del trabajo.» (Ibídem.)
Y después de haber sido uno seleccionado en la plaza, ya no era posible "marcharse en
otras direcciones" como con Schwarz: todos los Kapos, jefes de bloque, Lagerschutz ( ) etc.,
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con la porra de goma en la mano, formaban una amenazadora barrera contra toda tentativa de
huida. Comparado con ellos, el S.S. Schwarz resultaba un bonachón. Eran comunistas,
antifascistas, antihitlerianos, etc., pero no podían tolerar que alguno turbase el orden hitleriano
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Policías escogidos entre los presos.
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