Page 63 - complot contra la iglesia
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TERCERA PARTE
LA SINAGOGA DE SATANÁS.
Capítulo Primero
IMPERIALISMO JUDÍO Y RELIGIÓN IMPERIALISTA.
El pueblo hebreo fue escogido por Dios como depositario de la
verdadera religión, cuya conservación le fue confiada en medio de los pueblos
idólatras, hasta la venida del Mesías prometido con Quién se cumplirían las
profecías del Antiguo Testamento. Pero los judíos empezaron, ya antes de la
venida de Cristo, a tergiversar las profecías dándoles una interpretación falsa,
racista e imperialista.
La promesa de un reinado del verdadero Dios en la Tierra –reinado
espiritual de la religión auténtica-, lo interpretaron los judíos como el reinado
material de su raza, como la promesa de Dios a los israelitas de un dominio
material de su raza, como la promesa de Dios a los israelitas de un dominio
mundial y de la esclavización, por ellos, de todos los pueblos de la Tierra.
Como ejemplo de esas falsas interpretaciones se pueden citar los
siguientes pasajes. En el Génesis (capítulo XXII, versículos 17 y 18) el Ángel
del Señor dice a Abraham:
“17. Te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y como la
arena que está a la ribera del mar: Tu posteridad poseerá las puertas de sus enemigos, 18. Y en
tu simiente serán benditas todas las naciones de la Tierra...” (1).
Los judíos imperialistas han dado a estos versículos una interpretación
material al considerar que Dios les ofrece, como descendientes sanguíneos de
Abraham, adueñarse de las puertas de sus enemigos, siendo sólo en ellos, en
los de raza judía, en quienes podrán ser benditas todas las naciones de la
Tierra. En cambio, la Santa Iglesia interpreta espiritualmente estas profecías:
“...cual es la victoria, que por virtud de Jesucristo y por el don de una justicia
perseverante habían de conseguir los hijos espirituales de Abraham (es decir los cristianos) de
todos los enemigos visibles e invisibles de su salud. Y así el cumplimiento a la letra de esta
profecía se verificó después del establecimiento de la Iglesia, cuando se sometieron a Jesucristo
todos los pueblos del mundo, y recibieron de Él la bendición y la salud” (2).
En el Deuteronomio (capítulo II, versículo 25), dice el Señor:
“25. Hoy comenzaré a poner tu terror y espanto en los pueblos, que habitan debajo de
todo el cielo: para que oido tu nombre se pongan despavoridos y como las mujeres que están de
parto tiemblen, y sean poseídos de dolor”.
También a este pasaje la Santa Iglesia da una interpretación restringida,
completamente distinta del sentido imperialista judío, traducido, a través de la
historia, en hechos palpables que demuestran la aplicación práctica de esta
interpretación falsa. Dondequiera que triunfaron a través de la Edad Media los
movimientos heréticos dirigidos por judíos (aunque tales triunfos fueran locales
y efímeros), iban siempre acompañados del crimen, del terror y del espanto. Lo
mismo ha ocurrido con sus revoluciones masónicas, como la de 1789 en
Francia o la de 1931-1936 en España. ¡Y ya no se diga de las revoluciones
judeo-comunistas! En la Unión Soviética, donde los hebreos han logrado