Page 65 - complot contra la iglesia
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En todos estos pueblos, los que no han servido a los judíos o han osado
rebelarse contra su servidumbre, han sido destruidos. No hay más dueño que
los judíos, porque ellos se apoderaron de la fortaleza de todas esas naciones.
Así, podrían seguirse citando versículos del Antiguo Testamento que han
sido falsamente interpretados por el imperialismo judaico. Hay que tener
presente que muchos de los profetas fueron asesinados por los judíos sólo
porque contradecían y censuraban sus perversidades.
Pero lo más grave de esas interpretaciones falsas de las profecías de la
Biblia fue la que se relacionó con la venida del Mesías, Redentor del género
humano, que establecería el reinado del verdadero Dios en el mundo. Aquí fue
donde los judíos se desviaron en forma más grave de la Verdad Revelada,
dando a las promesas sublimes relacionadas con el Mesías un carácter racista
e imperialista.
Ya en tiempo de N. S. Jesucristo estaba tan arraigada entre los israelitas
esa interpretación falsa, que la generalidad pensaba en el Mesías prometido
como en un rey o caudillo guerrero, que, con la ayuda de Dios, conquistaría a
todas las naciones de la Tierra por medio de guerras sangrientas en las que
Israel resultaría siempre vencedor y acabaría por dominar materialmente al
mundo entero. Por ello, cuando Jesús ante tales pretensiones se opuso a todo
derramamiento de sangre, manifestando que su reino no era de este mundo,
los imperialistas judíos sintieron naufragar todas sus esperanzas y ambiciones
y empezaron a temer seriamente que la doctrina de Cristo llegara a convencer
a todos los hebreos, y los hiciera reconocer en El al Mesías prometido.
Cuando Jesús predicó la igualdad de todos los hombres ante Dios, los
judíos pensaron –y con muy justa razón- que Cristo con sus doctrinas echaba
abajo sus equivocadas creencias acerca de Israel como pueblo escogido de
Dios para dominar materialmente al mundo, anulando, al mismo tiempo, la idea
de un pueblo superior a los demás por voluntad divina que estaba, según ellos,
destinado por orden de Dios a esclavizar a los demás pueblos y a adueñarse
de sus riquezas.
Por ello, los dirigentes del judaísmo en esa época, sacerdotes, escribas,
etc., sintieron que Jesús amenazaba el brillante porvenir acordado al pueblo de
Israel como futuro amo del Universo, ya que al ser todos los pueblos iguales
ante Dios, como lo predicaba N.S. Jesucristo, no había lugar en la Tierra para
uno de ellos, escogido a manera de futura casta privilegiada y dominante de la
humanidad.
En defensa de la tesis imperialista judía, Caifás, sumo pontífice de Israel,
señalaba la conveniencia de que muriera un hombre, Jesucristo, para salvar a
un pueblo.
Con posterioridad al crimen más negro y trascendental cometido en la
historia de la humanidad, o sea, el asesinato de Dios Hijo por los judíos, éstos
siguieron empecinados en sus ambiciones imperialistas, tratando de compilar y
justificar en un nuevo libro sagrado sus falsas interpretaciones de la Sagrada
Biblia. Así, surgió el Talmud, especie de Nuevo Testamento de los judíos,
condenado por la Santa Iglesia y en el cual, según ellos por inspiración divina,
se contiene la más perfecta interpretación del Antiguo Testamento.
Después surgió la recopilación de la Cábala judía, que quiere decir
tradición, en la que fue consignada –también por inspiración divina, según los
judíos- la interpretación esotérica, es decir, oculta y verdadera de las Sagradas
Escrituras. A continuación pasamos a citar unos cuantos pasajes de esos