Page 69 - complot contra la iglesia
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misma de la religión cristiana, contra la cual destila odio y afán destructor en
                    sus libros sagrados y en sus ritos secretos.
                           La lucha de siglos, emprendida por la Santa Iglesia en contra de la
                    religión judía y sus ritos, no tuvo por origen, como falsamente se ha dicho, la
                    intolerancia religiosa del catolicismo, sino la maldad inmensa de la religión
                    judía, que presentaba una mortal amenaza para la Cristiandad.. Esto fue lo que
                    obligó a la Iglesia –tan tolerante en un principio- a adoptar una actitud decidida
                    en defensa de la Verdad, de la Cristiandad y de todo el género humano.
                           Es, pues, errónea y sofística la opinión de algunos clérigos que se dicen
                    cristianos, pero que le hacen el juego  a los judíos en forma bastante
                    sospechosa, en el sentido de que es ilícito combatir al judaísmo porque los
                    judíos fieles –los judíos creyentes- tienen una religión afín y hermana de la
                    cristiana.
                           En primer lugar, es falsa la base de su tesis. Lo hemos demostrado en
                    este capítulo y podrá comprobarlo quien profundice su estudio en los secretos
                    de la religión judía postbíblica; secretos que fueron condenados en la doctrina
                    de los Padres de la Iglesia, en los concilios ecuménicos y provinciales y en los
                    estudios de ilustres clérigos católicos de la Edad Media y de los siglos
                    anteriores al presente.
                           En segundo lugar, lo que los judíos pretenden realmente con imponer a
                    los católicos esa tesis de la ilicitud de combatir a la criminal secta judaica, es
                    lograr la adquisición de una nueva patente de corso que les permita, sin
                    exponerse a contraataques directos,  seguir adelante en sus movimientos
                    revolucionarios masónicos o comunistas, hasta lograr la destrucción de la
                    Cristiandad y la esclavización de la humanidad.
                           Los judíos y sus cómplices dentro del cristianismo quieren asegurar, en
                    forma cómoda el triunfo definitivo del  imperialismo judaico, ya que si los
                    cristianos se abstienen de atacar y vencer a la cabeza de toda la conspiración,
                    reduciéndose a atacar únicamente su rama masónica, anarquista, comunista o
                    cualquier otra, la cabeza –el judaísmo-, libre de ataques, conservará todo su
                    vigor mientras sus tentáculos masónicos y comunistas, con todos sus
                    derivados, se dedicarán a atacar de manera inmisericorde, como lo han venido
                    haciendo, a las instituciones religiosas, políticas y sociales de la Cristiandad y
                    del mundo entero.
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