Page 71 - complot contra la iglesia
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aceptaban sin condiciones y con fanatismo las enseñanzas del Talmud y de la
Cábala.
De nada sirvió otro fraude judío, consistente en hacer textos apócrifos
del Talmud, dados después a conocer a las autoridades civiles y eclesiásticas
sin los pasajes cuya lectura se consideraba peligrosa para los cristianos. Con
frecuencia, tanto la Santa Iglesia como los gobiernos civiles descubrían los
textos auténticos ante la indignación general, manifestada a menudo en
reacciones violentas contra la secta religiosa del judaísmo, cuyos auténticos
libros sagrados contienen ya los lineamientos de la conspiración que han
venido desarrollando en contra de la humanidad entera.
El escritor judío Cecil Roth, en su obra “Storia del pòpolo ebraico”, habla
con extensión de la condenación del Talmud por el Papa Gregorio IX y demás
condenaciones sucesivas hasta aquella del Papa León X, en el siglo XVI, que
tuvo su origen en una denuncia al Cardenal Carafa, de que la obra era
perniciosa y blasfema. Esta denuncia fue hecha por el judío Vittorio Eliano, que
era sobrino del sabio judío Elia Levita y tuvo como consecuencia, la quema
pública del Talmud en el “Campo dei fiori”, de Roma, en el otoño de 1553 (14).
En los procesos de la Inquisición, seguidos en contra de los judíos
clandestinos, llamados por la Santa Iglesia, “herejes judaizantes”, se encuentra
otra fuente muy copiosa sobre las ocultas y verdaderas creencias religiosas de
los judíos. Quienes deseen profundizar en este estudio necesitarán consultar
los archivos de la Inquisición de esta capital del mundo católico; los de las
ciudades italianas donde más se introdujeron los judaizantes; de Carcasona, de
Narbona y de otros lugares de Francia; de Simancas, en España; de la Torre
do Pombo, en Portugal; de México y de otros países de la catolicidad. Por
nuestra parte, nos limitaremos a citar los “Procesos de Luis de Carvajal” (El
Mozo), en donde se puede apreciar la mentalidad de los judíos y conocer
ciertas creencia religiosas de los mismos, muy reveladoras.
Se trata de una edición del Gobierno de México del año de 1935,
publicación oficial del Archivo General de la Nación. En éste se encuentran los
manuscritos originales con las consiguientes firmas del judío procesado, de los
inquisidores, testigos, etc. La autenticidad de estos valores manuscritos queda
fuera de duda; ni los mismos judíos contemporáneos han podido negarla
jamás, por el contrario, los consideran como valiosos documentos históricos y
los citan en algunas obras hebreas.
El contenido de estos documentos es algo espantoso: monstruosas
blasfemias contra Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima; odio satánico
hacia el cristianismo; odio que nada tiene que ver con la auténtica ley dada por
Dios a Moisés en el Sinaí, pero que es la esencia de la religión oculta del
judaísmo moderno; religión de odio, de odio feroz contra la Cristiandad; odio
que inspira las matanzas de cristianos y las persecuciones contra la Santa
Iglesia y que se ha desatado en forma explosiva, irrefrenable y ominosa en
todos los lugares donde han triunfado las revoluciones judeo-masónicas y
judeo-comunistas.
Del segundo proceso contra Luis de Carvajal, iniciado a fines del siglo
XVI, en el año 1595, nos atrevemos a transcribir con verdadera repugnancia lo
que sigue, porque es urgente desagraviar a Cristo Nuestro Señor y a María
Santísima de las blasfemias que lanzan los judíos; y porque es necesario
demostrar palpablemente la mendacidad de esta tesis extraña, sostenida
actualmente por algunos clérigos que afirman que es indebido combatir al