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de que venga. Sabía que Duryodhana jamás se comportaría como un cobarde huyendo
del campo de batalla, también viene hacia aquí. Bhishma, mi querido abuelo, también
viene hacia nosotros, está decidido a proteger al rey. Bhishma es el más grande de los
héroes kurus y ahora lucha en las filas del ejército de Duryodhana. Sí, todos; todos y
cada uno de ellos están bajo el magnetismo de Duryodhana. Quiero luchar contra todos
ellos. Lleva mi carro al centro del campo, desde donde pueda luchar.
El carro avanzó rápidamente.
Aswatthama le sonrió a Radheya como diciendo: « Veamos lo que vas a hacer ahora.
Ahí tienes tu oportunidad. » Le dijo:
—Radheya, mira, Arjuna viene ansioso por luchar contigo. Durante años has hecho
resonar la sala del consejo con tus habladurías sobre cómo ibas a matar a Arjuna. Ahora
le tienes aquí, rugiendo como un león en la arena, veamos cómo luchas. Si te derrota,
puedes volver al salón del consejo en Hastinapura y planear artimañas con ese malvado
Sakuni; podrás elaborar otro malvado truco para desterrar a los pandavas sin tenerte
que enfrentar con ellos.
Los ojos de Radheya despedían fuego y dijo:
—Por favor, no sigas insultándome. No le tengo miedo a Arjuna. Nunca he tenido
miedo, no le tengo miedo ni siquiera a Krishna. Ahora verás cómo lucho, te lo de-
mostraré.
Arjuna avanzó con una sonrisa en su rostro. Duryodhana había llegado al centro
del campo y estaba listo para luchar. Arjuna estaba rodeado por todas partes por los
más grandes héroes del ejército de los kurus: Bhishma, Drona, Kripa, Aswatthama,
Duryodhana, Radheya, Sakuni y Vikarna. Fue una lucha terrible. Todos ellos lucharon
contra él: todos juntos y uno a uno. Arjuna permanecía indemne y estaba determinado a
enfrentarse a Radheya, y así lo hizo.
Arjuna luchó solo contra Radheya. La lucha fue indescriptible. Todos se quedaron
paralizados como por un hechizo observando el duelo. Ambos eran grandes arqueros y
rivalizaban el uno con el otro en valor y en habilidad. Arjuna estaba tan enfadado como
los cielos cuando diluviaron destruyendo la tierra. Le dijo:
—Ven, Radheya, arreglemos ahora viejas cuentas. Tú has hecho un juramento de
que me matarías y yo he jurado que te mataría a ti, veamos quién vence y mantiene su
palabra. Te he oído hablar, te he oído decir que no hay quien te gane en habilidad y
bravura. Ha llegado el momento en que tendrás que probar tus palabras, veremos cómo
te escapas vivo de ésta.
Radheya se rió y dijo:
—Me siento igualmente encantado de luchar contigo en un duelo a muerte, mi
querido Arjuna. No quiero perder el tiempo en palabras vacías; vamos, luchemos.