Page 349 - Mahabharata
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4. Virata                                                                                329


               alguien grande. Te lo digo, mi hijo es un gran héroe y le estás insultando a él y a mí,
               elogiando a ese bailarín más que a él. Esta vez te perdonaré, pero, por favor, cuídate de

               no desagradarme de nuevo.
                   Yudhisthira sonrió dulcemente y le dijo:

                   —La verdad, mi señor, nunca es agradable de oír. Te diré lo que debe haber ocurrido:
               tu hijo ha debido ser el conductor de Brihannala. Seguro que ha sido él el que ha vencido
               al ejército de los kurus. Piensa en ese ejército, no pueden enfrentársele ni los devas.
               ¿Cómo puede un niño como tu hijo haberles vencido? Sólo Brihannala puede haber
               logrado esta victoria.
                   El rey estaba fuera de sí por la ira, cogió los dados en su mano derecha y los arrojó
               con fuerza contra la cabeza de Yudhisthira. Yudhisthira trató de evitar que los dados le
               hirieran, pero le golpearon. Un dado le golpeó en la frente y la sangre comenzó a fluir de
               su herida. Lanzó una mirada de dolor a Draupadi y ella vino corriendo a su lado con un

               cuenco de oro lleno de agua. Yudhisthira lavó en él sus manos y Draupadi secó la ceja de
               Yudhisthira con su vestido, tratando de detener la hemorragia.
                   Fue sólo entonces cuando Virata vio lo que estaba ocurriendo. Le dijo a Draupadi:

                   —Sairandhri, ¿que estas haciendo? ¿Por qué estás secando con tu vestido de seda la
               sangre de la herida de este estúpido brahmín? Draupadi dijo:
                   —Si una gota de sangre del cuerpo de este buen hombre toca el suelo, tu reino no
               tendrá lluvias durante un año. Cada gota significa un año de hambre. Si esta sangre cae
               al suelo te matará alguien que ha jurado hacerlo. Para salvarte a ti y a tu reino, estoy
               evitando que fluya esta sangre preciosa.

                   Virata no le dio ninguna importancia a las palabras de Draupadi, pues aún estaba
               enfadado con Yudhisthira por sus palabras.

                   Un mensajero entró en la sala y dijo:
                   —El príncipe ya ha llegado a la ciudad y ha venido hasta las puertas del palacio.
               Ahora mismo está entrando a la casa del rey con su compañero Brihannala.

                   Yudhisthira le habló en secreto al mensajero y le dijo:
                   —Por favor, haz que no entren juntos en la sala. Haz que el príncipe entre primero y
               deje atrás a Brihannala, que éste entre dentro de un rato, te digo esto por el bien de tu
               rey. Su propia vida depende de que hagas lo que te estoy pidiendo. Por favor, haz que

               Brihannala no entre con el príncipe.
                   El príncipe Uttarakumara entró en la sala y fue abrazado calurosamente por su padre.
               Uttarakumara miró detrás de él y vio el rostro de Yudhisthira cubierto de sangre. Su
               corazón dejó de latir. Estaba horrorizado por lo que estaba viendo y dijo:
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