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—¿Quién ha hecho esta cobardía con el más noble de los hombres? ¿Quién ha sido tan
desaprensivo e imprudente como para pisar la cola de una cobra? ¿Quién ha cometido
este cobarde crimen?
El rey sonrió y le dijo:
—Yo le golpeé con un dado, me disgustó alabando a tu conductor y menospreciando
tu valor, por eso le golpeé. El príncipe le dijo:
—Padre, no sabes lo que has hecho. Por favor, pídele perdón inmediatamente. Por
favor, no atraigas la maldición de Dios sobre ti.
El rey estaba confundido por las palabras del joven príncipe. Su ira contra Yudhisthira
se había desvanecido de algún modo en cuanto se encontró con su hijo. Se dirigió hacia
Yudhisthira y le pidió que le perdonara. Su sangre ya había cesado de fluir gracias a los
esfuerzos de Draupadi. Yudhisthira le dijo:
—No estaba enfadado contigo en absoluto, sólo estaba preocupado por tu bienestar.
No quería que mi sangre cayera al suelo. Si hubiera ocurrido, hubieras muerto en el acto,
pero he evitado la calamidad. Ahora nada puede ocurrir.
El rey no podía comprender las palabras de ninguno de ellos. Brihannala entró en la
sala cuando el rey estaba alabando la bravura de su hijo. El pobre príncipe no se atrevía
a levantar la vista y encontrarse con los ojos de Arjuna. Dijo:
—Padre, fui ayudado por una persona divina, no hubiera podido ganar sin su ayuda.
Él les venció a todos.
Uttarakumara le narró todo lo que había ocurrido en el campo de batalla y, sin
mencionar el nombre de Arjuna, habló de su valor. El rey estaba emocionado al oír
hablar de este ser divino y dijo:
—Quiero encontrarme con esta persona, debo darle las gracias, le daré todo lo que
tengo. Le daré a mi hija, tráemelo. Uttarakumara dijo:
—Le he perdido de vista, tal vez aparezca mañana.
El rey le agradeció formalmente a Brihannala que hubiera conducido el carro de su
hijo. Arjuna dejó su presencia y se fue a los aposentos de la princesa y le entregó las
sedas y joyas que había traído para ella. No obstante, Arjuna se había quedado muy
intrigado por la conducta de Yudhisthira. Cuando Uttarakumara le estaba narrando a
Virata los acontecimientos que ocurrieron en el campo de batalla, Arjuna había tratado
de ver cómo se lo tomaba Yudhisthira. Trató de captar su mirada, pero el mayor de los
pandavas había mantenido su rostro oculto, sin girarlo en dirección de Arjuna. Esto le
estaba causando mucha infelicidad. Arjuna pensaba ganarse una sonrisa de maliciosa
picardía de su hermano y no podía descansar hasta que supiera la verdadera razón de su
conducta. Arjuna fue a reunirse con Bhima y le dijo: