Page 268 - El Islam cristianizado : estudio del "sufismo" a través de las obras de Abenarabi de Murcia
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Abenarabi y el dogma de la Encarnación 257
ejercicios de virtud y devoción, ajenas al islam naciente. Muy pronto,
el ascetismo monástico, así incorporado, hácese místico, adoptando del
neoplatonismo helénico y cristiano las teorías de la purificación o
cátharsis y de la intuición o gnosis, y ya en el siglo n varios sufies
exponen una doctrina de la intuición mística y del amor divino, en la
cual el contemplativo conoce a Dios por amor y se une con El.
Faltaba, sin embargo, todavía en el islam algo semejante a! dog-
ma teándrico del cristianismo, el más apto para la mística: en Cristo,
Dios y hombre a la vez, se realiza, por la unión hipostática, el tipo
ideal de la más estrecha relación entre la humanidad y la divinidad.
Un sufi de Bagdad, en el siglo x de nuestra era, Alhalach, da este
nuevo paso de acercamiento del islam al cristianismo. Su fórmula "Yo
soy Dios" tiene su exacta realización en Jesús y su mística realiza-
ción en quienes imitan su vida de caridad y sacrificio. Pero así como
en la persona de Jesús úñense por la encarnación las dos naturalezas
divina y humana sin confundirse, así también la unión extática, para
Alhalach, mantiene distintas e inconfundibles la personalidad del alma
y la personalidad de Dios. Su fórmula "Yo soy Dios" no parece, pues,
tener en su mente más alcance que la paulina: "Vivit in me Christus."
Bien se ve, pues, que no es panteísmo, sino cristianismo, la doctrina
de Alhalach, bajo este respecto.
Los sufies posteriores acentuarán, sin embargo, el punto de vista
de la inmanencia y concebirán la unión como una absorción de la per-
sona humana en Dios. Abenarabi fué, entre ellos, el que dio a la famo-
sa fórmula de Alhalach una exégesis panteísta: Dios y el hombre se
distinguen sólo lógicamente, como aspectos o manifestaciones de la
sustancia del Uno, y la intuición extática es la que revela al hombre
esta su identificación real con Dios. Y aquí la metafísica plotiniana y
gnóstica de Abenarabi se inserta en el dogma cristiano de la encarna-
ción y lo tiñe de un matiz panteísta más marcado: para Abenarabi— ya
lo vimos en su teología—(1), el hombre perfecto, en quien continua-
(1) Cfr. Asín, El místico murciano Abenarabi (Monografías y documen-
tos, IV).
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