Page 113 - Confesiones de un ganster economico
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                         expediciones de crudo con destino a Estados Unidos. 1
                            El embargo concluyó el 18 de marzo de 1974. Su duración fue breve pero
                         su impacto, inmenso. El precio de venta del crudo saudí pasó de los 1,39
                         dólares por barril del 1 de enero de 1970 a los 8,32 dólares del 1 de enero de
                         1974. 2  Los políticos y las administraciones posteriores no olvidaron jamás las
                         enseñanzas de la primera mitad de ese decenio. A largo plazo, esos breves pero
                         traumáticos meses sirvieron para reforzar la corporatocracia. Sus tres pilares —
                         las grandes empresas, la banca internacional y el gobierno — se unieron con
                         más solidez que nunca, y esa unión se reveló duradera.
                            El embargo produjo también significativos cambios de actitud en lo
                         político. Wall Street y Washington estuvieron de acuerdo en que tal embargo
                         no debía volver a ser tolerado jamás. Proteger nuestro aprovisionamiento de
                         crudo había sido siempre una prioridad, pero después de 1973 pasó a constituir
                         una obsesión. Con el embargo, Arabia Saudí adquirió la categoría de
                         protagonista digna de consideración en la política mundial, viéndose
                         Washington obligada a reconocer la estratégica importancia de aquel reino para
                         nuestro sistema económico. Los líderes de la corporatocracia estadounidense
                         buscaron con desesperación los métodos que les permitieran repatriar
                         petrodólares a Estados Unidos, lo que dio lugar a reflexiones sobre el hecho de
                         que las autoridades saudíes carecían de la infraestructura administrativa e
                         institucional necesaria para gestionar adecuadamente el rápido crecimiento de
                         su fortuna.
                            Para Arabia Saudí, el incremento de renta resultante de los sucesivos
                         aumentos en el precio del crudo no traía sólo ventajas. Cierto que las arcas del
                         país se llenaban de miles de millones de dólares. Pero, al mismo tiempo, esa
                         repentina riqueza minaba algunas de las estrictas creencias religiosas de los
                         wahabíes. Los saudíes ricos viajaban por todo el planeta. Cursaban estudios en
                         los institutos y las universidades de Europa y Estados Unidos. Compraban
                         coches de lujo, y llenaban sus casas de enseres occidentales. Las creencias
                         religiosas conservadoras estaban siendo reemplazadas por una nueva forma de
                         materialismo. Y fue este materialismo el que sugirió el remedio a los temores
                         de una repetición futura de la crisis del petróleo.
                            Casi tan pronto como acabó el embargo, Washington empezó a negociar
                         con los saudíes para ofrecerles asistencia técnica, armamento e instrucción
                         militar. Y, además, la oportunidad de colocar el país en el siglo XX a cambio de
                         petrodólares y de algo más importante todavía, el compromiso de no volver a
                         decretar un embargo del petróleo. El resultado de estas negociaciones fue la
                         creación del organismo más extraordinario que se haya visto jamás, la
                         comisión económica conjunta























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