Page 117 - Confesiones de un ganster economico
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                         plantas  de  desalinización,  transmisiones  por  microondas,  complejos
                         hospitalarios y sistemas informáticos.
                            Arabia Saudí era el sueño del planificador convertido en realidad y también
                         el premio gordo para cualquier persona relacionada con negocios de ingeniería y
                         construcción. Ofrecía una oportunidad económica nunca vista en la historia: un
                         país subdesarroUado, pero con recursos financieros virtualmente ilimitados y
                         con el deseo de entrar en el mundo moderno a lo grande, y cuanto antes.
                            He de confesar que disfruté enormemente con este trabajo. No existían, ni
                         en Arabia Saudí ni en la biblioteca pública de Boston ni en parte alguna, datos
                         sólidos y susceptibles de justificar el empleo de modelos econométricos en
                         aquel contexto. En realidad, la magnitud del designio —la transformación total
                         e inmediata de todo un país a una escala nunca antes planteada— significaba
                         que, aunque hubiesen existido datos históricos, éstos habrían sidodel todo
                         irrelevantes.
                            Por otra parte, nadie me pedía este tipo de análisis cuantitativo, al menos en
                         esa fase del juego. Se trataba de poner a trabajar la imaginación, sencillamente, y
                         de escribir dictámenes que pintasen un futuro glorioso para el reino. Yo
                         disponía de algunas estimaciones a ojo de buen cubero para valorar esas cosas,
                         como el coste aproximado de producción de un megavatio de electricidad o de
                         un kilómetro de carretera, o el coste del abastecimiento de agua, del
                         tratamiento de residuos, de la vivienda, de la alimentación y demás servicios
                         por cada trabajador enrolado. No se me exigía que ajustase dichas
                         estimaciones, ni que presentase conclusiones finales. Mi trabajo consistía en
                         describir una serie de planes (o tal vez sería más exacto decir «visiones») de lo
                         que pudiese hacerse, junto con unas estimaciones aproximadas de lo que, en su
                         caso, iban a costar.
                            En todo momento tuve presentes los verdaderos objetivos: maximizar la
                         rentabilidad para las compañías estadounidenses y conseguir que Arabia Saudí
                         dependiese cada vez más de Estados Unidos. No tardé mucho en comprender
                         que lo uno iba estrechamente vinculado a lo otro. Casi todos los proyectos que
                         realizar exigirían mantenimiento permanente y actualización continua, y eran
                         de un carácter tan técnico que sería forzoso confiar a las contratistas originales
                         esas tareas de conservación y modernización. Y, en efecto, conforme
                         adelantaba en mi tarea, empecé a establecer dos listas para cada uno de los
                         proyectos que planteaba: la primera, para los tipos de contratos de diseño y
                         construcción a que podíamos aspirar y, la segunda, para los acuerdos a largo
                         plazo en cuanto a servicios de asistencia técnica y administración. MAIN,
                         Bechtel, Brown & Root, Halliburton, Stone & Webster y otras muchas
                         compañías estadounidenses   de    proyectos  y   contratas  cosecharían
                         espléndidos




















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