Page 57 - Confesiones de un ganster economico
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supiera verlo así por aquel entonces. Él no recibió el tipo de entrenamiento que
Claudine me había dispensado a mí. Supuse que lo consideraban demasiado viejo, o
tal vez demasiado tozudo. O quizá lo empleaban sólo provisionalmente, hasta que
consiguieran fichar a otro más flexible, como yo, y que trabajase con plena
dedicación. En todo caso, desde el punto de vista de ellos aquel hombre era un
problema. Howard había entendido con claridad la situación y el papel que se le
asignaba, y estaba decidido a no ser un peón de esa partida. Todos los adjetivos que
usaban Einar y Charlie para describirle eran apropiados, pero su obstinación derivaba,
al menos en parte, de la decisión personal de no ser un títere. No creo que nunca
hubiese oído el término gángster económico, pero sabía que pretendían utilizarle para
promover una forma de imperialismo con la que él no estaba de acuerdo.
Después de una de nuestras reuniones con Charlie, me llevó aparte.
Usaba audífono, y se puso a manipular el diminuto cajetín que llevaba debajo de la
camisa y que servía para regular el volumen.
-Que quede entre nosotros -empezó Howard en voz baja.
Estábamos de pie junto a la ventana del despacho que compartíamos, contemplando
el canal de aguas estancadas que serpenteaba cerca del edificio de la PLN. Una mujer
joven se bañaba en aquellas aguas pestilentes. Procuraba mantener un simulacro de
pudor ciñéndose un sarong alrededor del cuerpo desnudo -. Quieren convencerte de que
la economía de este país va a subir como un cohete - dijo -. Ese Charlie no tiene
escrúpulos. No permitas que te influya.
Al oír estas palabras me dio un vuelco el estómago y sentí deseos de llevarle la
contraria y demostrar que Charlie tenía razón. Mi carrera dependía de tener contentos
a mis jefes en MAIN.
-Sin duda esta economía va a explotar -dije sin apartar los ojos de la bañista -. No
tienes más que mirar a tu alrededor.
-Conque ésas tenemos -murmuró, creo que sin prestar atención a la escena-. Así
que estás con ellos.
Un movimiento junto al canal distrajo mi atención. Un tipo de edad madura se
acercó a la orilla, se bajó los pantalones y se agachó para cumplir con las exigencias
de la naturaleza. La bañista lo vio pero no dio muestras de inmutarse y siguió
bañándose. Me aparté de la ventana y me encaré con Howard.
-No soy ningún novato -dije-. Podré parecerte joven, pero acabo de regresar
después de pasar tres años en Suramérica. He visto lo que puede ocurrir cuando se
descubre petróleo. Las cosas cambian muy deprisa.
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