Page 55 - Confesiones de un ganster economico
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                                               Cómo vendí mi alma


                        N uestro equipo de once personas pasó seis días en Yakarta para registrarse en la
                        embajada, reunirse con varios funcionarios, organizarse y descansar junto a la piscina.
                        Me sorprendió la gran cantidad de estadounidenses que vivían en el InterContinental.
                        Me gustaba contemplar a las jóvenes y bellas esposas de los ejecutivos de las
                        petroleras y constructoras estadounidenses, que se pasaban los días en la piscina y las
                        noches cenando en la media docena de elegantes restaurantes del hotel y de los
                        alrededores.
                             Hasta que Charlie dio la orden de trasladarnos a Bandung, una ciudad de la región
                        montañosa. Allí el clima era más suave, la pobreza menos visible y las distracciones
                        más escasas. Nos alojamos en un parador público llamado Wisma, con gerente,
                        cocinero, jardinero y demás personal de servicio. Construido durante la época colonial
                        holandesa, el Wisma era un remanso. Tenía una terraza espaciosa, con vistas a las
                        grandes plantaciones de té que cubrían las suaves ondulaciones de las colinas y subían
                        por las laderas de los volcanes de lava, al fondo. Además del alojamiento se nos
                        suministraron once todo terrenos Toyota, cada uno con su chófer y su intérprete. Por
                        último fuimos obsequiados con la inscripción gratuita en el exclusivo Bandung Golf
                        and Racket Club e instalados en una suite de despachos perteneciente al cuartel
                        general de la Perusahaan Umum Listrik Negara (PLN), la compañía eléctrica de
                        titularidad pública.
                          Para mí, los primeros días de estancia en Bandung consistieron en una serie de
                        entrevistas con Charlie y con Howard Parker. Era éste un septuagenario jubilado, que
                        había sido jefe de previsión de carga de New England Electric System. En aquellos
                        momentos era el responsable de pronosticar la cantidad de energía y la capacidad de
                        generación (la «carga») que iba a necesitar la isla de Java en el transcurso de los
                        próximos veinticinco años. Además, debía desglosar esas magnitudes por regiones y
                        por ciudades. Y corno la demanda de electricidad guarda una







































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