Page 51 - Confesiones de un ganster economico
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tertulia, y partidario de la guerra de Vietnam. Como de costumbre, aquella noche
vestía pantalón bombacho color caqui y camisa también de color caqui, de manga
corta y con presillas en los hombros al estilo militar.
Después de darnos la bienvenida encendió un puro. «Por la buena vida», suspiró
levantando la copa de champagne. «Por la buena vida», le hicimos eco, y las copas
tintinearon.
Rodeado de volutas de humo, Charlie paseó la mirada por el salón.
-Estaremos bien atendidos aquí - dijo acompañando las palabras con varios
cabezazos de satisfacción. Los indonesios cuidarán de nosotros, y también los de
nuestra embajada. Pero no olvidemos que hemos venido con una misión que cumplir.
Miró un puñado de fichas que tenía delante.
-Sí. Estamos aquí a fin de desarrollar un plan maestro para la electrificación de
Java, el lugar más poblado del mundo. Pero eso no es más que la punta del iceberg.
Su expresión se ensombreció, me recordó al actor George C. Scott en su papel de
General Patton, uno de los héroes de Charlie.
- Estamos aquí para salvar el país de las garras del comunismo. Que no es poca
cosa. Como saben ustedes, Indonesia tiene una historia larga y trágica. Ahora, cuando
se disponía a entrar definitivamente en el siglo XX, se ha visto enfrentada a una nueva
prueba. Es nuestra responsabilidad conseguir que Indonesia no siga los pasos de sus
vecinos del norte, Vietnam, Camboya y Laos. El sistema eléctrico integrado será un
elemento clave. Con eso, más que con ningún otro factor, salvo la posible excepción
del petróleo, quedará asegurada la presencia del capitalismo y de la democracia.
Después de una pausa para inhalar del puro y barajar sus anotaciones, prosiguió:
-Y hablando de petróleo. Todos sabemos hasta qué punto lo necesita nuestro país.
Indonesia puede llegar a ser una aliada poderosa en tal sentido. De manera que,
cuando desarrollen ustedes ese plan maestro, tengan la bondad de recordar lo que van
a necesitar la industria del petróleo y las demás que dependen de ella, los puertos, los
oleoductos, las constructoras. Debe proporcionárseles lo que haga falta en términos de
consumo eléctrico para los veinticinco años de vigencia de ese plan.
Alzó los ojos de sus fichas y se encaró directamente conmigo mientras continuaba
diciendo:
- Más vale exagerar, que quedarnos cortos. No vaya a caer sobre nuestras cabezas
la sangre de los niños de Indonesia, o la nuestra. No vayan a tener que vivir bajo la
hoz y el martillo, ¡o bajo la bandera roja de
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