Page 156 - Arquitectos del engaño
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Las organizaciones de refugiados también estaban bajo control masónico. Sólo a estos individuos
espiritualmente perdidos se les permitió determinar quién era un refugiado político en Rusia.
Una organización que empezó a actuar con mucha impaciencia bajo la autoridad masónica fue la
Unión de Judíos Rusos. Tenía un presupuesto varias veces mayor que todos los demás sindicatos de
refugiados juntos (ibídem, p. 311).
Los masones no estaban dispuestos a desprenderse de Rusia incluso después de la caída del
comunismo. El periodista francmasón Lev Lyubimov expuso sus planes en 1.934: "Después de la caída de
los bolcheviques, la masonería se encargó de la educación del pueblo ruso." (Vozrozjdenije, 3 de octubre de
1.934). Posteriormente dejó la masonería y volvió a la Unión Soviética en 1.948.
Después de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de masones rusos exiliados visitaron la embajada
soviética en París para expresar su apoyo a la Unión Soviética. La delegación estaba dirigida por Vasili
Maklakov (grado 33º), que había organizado el asesinato de Grigori Rasputin. Los masones rindieron
homenaje a Stalin y brindaron por él. Estaban tratando de hacer ver que ideológicamente los emigrantes
rusos estaban más cerca de la Unión Soviética.
La lucha de Stalin contra la francmasonería
Los masones Soviéticos sufrieron graves reveses en la era de Stalin. Aunque habían alentado a Stalin
a atacar la iglesia, peligrosa enemiga y rival de la masonería y de las tropas nacionalistas, se encontraron
siendo víctimas de persecución a finales de la década de 1.920 y a principios de la de 1.930. El dictador
soviético Josef Stalin ya había tenido suficiente con la masonería y comenzó una intensa batalla contra las
sociedades secretas a mediados de la década de 1.930, pese a que la masonería Soviética había sido
legalizada unos años antes.
A partir de 1.926, Stalin sistemáticamente ejecutaba a los masones, ya que él ya no confiaba en los
conjurados. En su opinión ya habían contribuido a sus propósitos y no eran necesarios. Los masones
cobraron en especias.
El Leningradskaya Pravda informó el 5 de enero de 1.928 que "no hace mucho, en Leningrado había
activas cuatro logias masónicas". Stalin las cerró todas. En 1.931 se liquidaron los Caballeros Templarios en
la Unión Soviética (Anton Pervushin, "Los secretos ocultos de la NKVD y las SS", San Petersburgo, Moscú,
1.999, p. 153).
Dos estalinistas italianos y masones, Carlo y Nelli Rosselli, habían previsto, en Venecia, una
"revolución" para el 25 de mayo de 1.937, pensaban atacar con 2.600 terroristas, provocando una guerra
civil. Stalin de pronto quiso cancelar la operación y vetar cualquier actividad de los hermanos Rosselli
contra Italia. Los hermanos comunistas ignoraron el veto. El NKVD, con la ayuda de una organización de
derechas, pensó entonces en asesinar a los dos hermanos (Franco Bandini, "Il cono d'ombra: Chi armo la
mano degli assassini dei Fratelli Rosselli" / "Lo que queda en el sombra: ¿Quien armó a los asesinos de los
hermanos Rosselli?", Roma, 1.990). Carlo Rosselli era miembro de la Italia Nuova de París.
En este punto, la masonería internacional llegó a una decisión importante: la Unión Soviética debía
ser manipulada hacia una guerra sangrienta contra Alemania (Platonov, "La corona de espinas de Rusia: La
historia secreta de la masonería 1.731-1.996", Moscú, 1.996, p. 298). Los masones aseguraron que no habría
ningún tipo de sanciones económicas contra Alemania. Querían que Hitler fuese capaz de amenazar a la
Unión Soviética.
En 1.948, el masón Igor Krovoshein, grado 32º, miembro del gobierno en el exilio, volvió a la Unión
Soviética. Los chequistas fueron capaces de descubrir su misión, y fue detenido y enviado a un campo de
trabajo. En 1.957, los hermanos franceses le ayudaron a regresar a Francia. El autor masón Bronislaw
Sosinsky también volvió a Rusia en 1.960.