Page 211 - Arquitectos del engaño
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Unidos por su parte continuaron apoyando a los militares nazis y ayudando económicamente, pero en menor
escala.
La ayuda continuó durante la guerra
La élite financiera en Estados Unidos continuó apoyando a Alemania incluso durante la guerra, que
ellos mismos habían causado y entonces proporcionaban una "solución" - la división de Europa en dos
bloques ideológicos. Tenían la intención de hacer que este desastre continuara durante tanto tiempo como les
fuera posible.
El senador y francmasón de alto rango S. Harry Truman, que fue vicepresidente y después presidente
de Estados Unidos, explicó la situación tras el ataque de Hitler a la Unión Soviética el 24 de junio de 1.941,
en The New York Times: "Si vemos que Alemania está ganando, ayudaremos a Rusia, y si es Rusia quien
está ganando , ayudaremos a Alemania. Y de este modo dejaremos que se maten tanto como sea posible,
aunque no quiero ver a Hitler salir victorioso bajo ninguna circunstancia. Ninguno de ellos se creen sus
obstinadas palabras."
En aquellos momentos, Truman (1.884-1972) no era sólo francmasón de grado 32º, también era gran
maestro de la Gran Logia de Missouri (1.940-41). Esta información está disponible en el templo masónico
de Alexandria, Virginia.
Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania el 3 de septiembre de 1.939, pero resultó ser
una guerra muy extraña, pasiva y unilateral. Los masones tenían la esperanza de que el canciller alemán
anularía su decisión de que el valor de la moneda alemana dejara el patrón oro. Según Hitler la base del
valor del dinero debía ser el trabajo. Los banqueros de Wall Street lo rechazaban. Ellos también detestaban
los planes de Hitler de reducir las tasas de interés y finalmente abolirlas (Bruno H. Schubert, "La Asociación
de la economía-libre, Inc., EE.UU.", Huntington 1.972).
Hitler trató de convencer al primer ministro británico Neville Chamberlain de que actuara contra los
conspiradores y firmara un acuerdo de paz con Alemania. Chamberlain aceptó. La prensa inició entonces
una violenta campaña contra él, obligándole a dimitir como primer ministro en mayo de 1.940, siendo
sustituido por Winston Churchill. Neville Chamberlain dejó el gobierno finalmente en octubre de 1.940.
El 1 de agosto de 1.940, Gustavo V de Suecia se dirigió al monarca británico George VI ofreciéndose
para actuar como mediador. Pero el primer ministro Churchill se opuso a todas las futuras negociaciones.
Londres no tendría nada que ver con un tratado de paz, a menos que Alemania volviera al antiguo sistema
económico.
Las negociaciones con Hitler fracasaron. Los banqueros amenazaron con ir a la guerra, a menos que
la situación volviera a la normalidad. No fue hasta el 6 de junio de 1.944, que Estados Unidos y Gran
Bretaña abrieron un segundo frente para la invasión de Normandía.
Mientras tanto, varios capitalistas seguían haciendo negocios con Hitler. Sólo en 1.941, las fábricas
de Ford en Francia tuvieron un beneficio de 58 millones de francos con los productos que logró vender a los
alemanes. La Casa Blanca era consciente de ello pero hacía todo lo posible para ocultarlo al público.
En marzo de 1.942, la Royal Air Force bombardeó la planta de Ford de Poissy, Francia. En una carta
posterior de Edsel Ford a Sorenson, el gerente de Ford sobre este ataque de la RAF, comentaba: "En los
periódicos estadounidenses se publicaron fotografías de la planta en llamas, pero afortunadamente no se
hacía ninguna referencia a la Ford Motor Company".
En cualquier caso, el gobierno de Vichy pagó a Ford Motor Company 38 millones de francos en
compensación por los daños y perjuicios en la planta de Poissy. De esto no se informó a la prensa
estadounidense, ya que al público en general no le habrían gustado estas noticias (Josiah E. DuBois, Jr.
"Generales con trajes de color gris", Londres, 1.953, p. 251).
DuBois afirma que estos mensajes privados de Ford a Europa fueron entregados a Edsel Ford por el
Secretario de Estado adjunto Breckenridge Long.
Durante toda la guerra, los petroleros de Rockefeller suministraron combustible a los submarinos de
Hitler, permitiéndoles hundir con éxito barcos estadounidenses. Normalmente los submarinos se proveían de