Page 16 - MANOA VR E.I.
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la segunda es una puerta exterior de un sótano totalmente encadenada y sin posibilidad
               de acceso y, por último, una pequeña ventana que parece dar al segundo nivel, exacta-

               mente a la pasarela que notaste cuando estuviste ahí hace un par de días. No puedes estar

               segura de que esté bloqueada como los demás accesos. Sin embargo; no tienes nada que
               perder. Piensas en cómo llegar hasta allí. Observas qué tienes a tu alrededor y lo más cer-

               cano es un viejo árbol de ramas secas que tiene la altura como para alcanzar la pequeña
               ventana. Dudas si entrarás en ella, pero echas suerte y decides escalar como puedes. Las

               ramas parecen frágiles pero el roble es fuerte y mientras no pises muy alejado del tronco

               todo estará bien. Escalas hasta alcanzar el nivel necesario para llegar a la ventana, pero
               aún estás muy lejos de ella. Te percatas que solo hay una rama que puede acercarte, pero

               se ve frágil y delgada. Estando allí tomas un respiro y aunque has sido lo más silenciosa

               posible, la noche permite que el ruido de las ramas se amplifique, esperas unos minutos
               en la oscuridad para estar segura que tu ascenso no haya llamado la atención de alguien.

               Una vez la paz se establece, te das a la tarea de alcanzar esa ventana. Vas paso a paso

               mientras escuchas los pequeños crujidos que esta emite y sabes que no es una buena
               señal, debes apresurarte. Con esfuerzo llegas lo más cerca posible a la ventana y con mie-

               do a que tu esfuerzo haya sido en vano la abres, con la fortuna de que esta se encuentra
               desbloqueada (piensas si será una omisión o una coincidencia). Aligeras el paso para en-

               trar y en un descuido la rama se rompe, te las arreglas para aferrarte a la cornisa de la

               ventana y la mitad de tu cuerpo queda colgando. El ruido de la rama al caer fue infernal,
               te asustas, pero no tienes otra opción… debes entrar. Con determinación tu cuerpo entra

               por la pequeña ventana y al dejarte caer del otro lado te percatas que estás dentro de un
               baño (un lugar seguro, un respiro para todo lo que has vivido), pero tu paz no tarda en ser

               alterada. Empiezas a escuchar pequeños pasos y arañazos que vienen desde el otro lado

               de la puerta, sólo que los escuchas lejos de ti. Esperas un poco para intentar identificar de
               quién o qué pueden venir estos ruidos, pero ya sabes que alguien o algo está dentro. Una

               vez que disminuye su intensidad, te acercas a la puerta cautelosamente, y la abres lenta-

               mente para saber qué hay del otro lado. Empiezas a notar que te encuentras en una de las
               puertas de la pasarela interior del segundo piso, intentas divisar el origen de los ruidos

               y tu mirada se detiene en la puerta principal. Es difícil ver con toda esa oscuridad, pero

               con la pequeña luz que emana un radio (que, aunque encendido no emite ningún sonido),
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