Page 364 - La importancia de las plantas medicinales
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Contribuciones de la biodiversidad
             al bienestar humano y la autonomía


             razo hasta el nacimiento. Cuando niño, el lawichu´ra´aru no es cuidado por su
             madre, pues recibe formación constante de los ancianos y de su padre, quienes
             aplican las pinturas que en otros casos hace la madre; cada ritual que se hace al
             niño le posibilita adentrarse más en pechuji o sabiduría, en cada preparación

             se da protección al cuerpo, a la mente, a los ojos, oídos, nariz, boca, y por
             último al corazón. El padre del futuro lawichu´ra´aru debe cubrirle con mucha
             energía, para que de esta forma el neófito pueda resistir las malas energías que
             usualmente le persiguen al inicio de su aprendizaje, situación que cesa en la

             medida que percibe más conocimiento. Durante la ins- trucción del
             lawichu´ra´aru o médico ancestral existen algunas restricciones alimentarias
             precisas, siéndole permitido solo comer perdices, cucunucos, arencas,
             botellos, mojarras, cazabe no muy tostado y de tomar, caguana de almidón sin
             lubricación; puede consumir además algunas carnes de monte como jema o

             danta, kuajarina o borugos y mico nocturno, pero cuando está avanzado en su
             aprendizaje. El neófito upichía (matapí) evita la ingesta de sal, restringe el dulce,
             no come alimen- tos calientes, sean asados o muy cocinados, realiza limpiezas
             periódicas con agua e induciendo chila kaji o vómito, acostumbra tomar ají

             cada vez más picante, primero por la boca y luego por la nariz. El aprendizaje
             del lawichu´ra´aru comienza a temprana edad, desde los cuatro hasta los
             nueve años debe asimilar los mitos de su tribu todas las noches y seguir una
             dieta estricta; de los nueve a los dieciocho años conoce el uso del dialecto

             primigenio y el manejo de las habilidades derivadas de ello; de los dieciocho a
             los veintiún años experimenta las capacidades adquiridas, para luego por dos
             años realizar acompañado de su maestro, las actividades propias del manejo
             ancestral. Concluyendo este ciclo el futuro lawichu´ra´aru ha de pasar la

             prueba final, en la que debe cantar una serie de mitos sin fallar desde el
             principio hasta el final, para luego recitar los dis- cursos tradicionales y
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