Page 82 - Drácula
P. 82

Drácula de Bram Stoker


                         Creí que sería una buena persona de quien podía
                  aprender cosas interesantes, así es que le pregunté si no le
                  molestaría decirme algo acerca de la pesca de ballenas en tiem
                  pos remotos. Estaba justamente sentándose para comenzar
                  cuando el reloj dio las seis, y entonces se levantó trabajosamen
                  te, y dijo:

                         —Señorita, ahora debo irme otra vez a casa. A mi nieta
                  no le gusta esperar cuando el té ya está servido, pues tarda
                  algún tiempo.

                         Se alejó cojeando, y pude ver que se apresuraba, tanto
                  como podía, gradas abajo.

                         Los graderíos son un rasgo distintivo de este lugar. Con
                  ducen del pueblo a la iglesia; hay cientos de ellos (no sé cuan
                  tos) y se enroscan en delicadas curvas; el declive es tan leve
                  que un caballo puede fácilmente subirlos o bajarlos. Creo que
                  originalmente deben haber tenido algo que ver con la abadía. Me
                  iré hacia mi casa también. Lucy salió a hacer algunas visitas con
                  su madre, y como sólo eran visitas de cortesía, yo no fui. Pero
                  ya es hora de que estén de regreso.


                         1 de agosto. Hace una hora que llegué aquí arriba con
                  Lucy, y tuvimos la más interesante conversación con mi viejo
                  amigo
                        y los otros dos que siempre vienen y le hacen compañía.
                  Él es evidentemente el oráculo del grupo, y me atrevo a pensar
                  que en su tiempo debe haber sido una persona por demás dicta
                  torial. Nunca admite equivocarse, y siempre contradice a todo el
                  mundo. Si no puede ganar discutiendo, entonces los amedrenta,
                  y luego toma el silencio de los demás por aceptación de sus
                  propios puntos de vista. Lucy estaba dulcemente bella en su
                  vestido de linón blanco; desde que llegamos tiene un bellísimo
                  color. Noté que el anciano no perdió ningún tiempo en llegar
                  hasta ella y sentarse a su lado cuando nosotros nos sentamos.
                  Lucy es tan dulce con los ancianos que creo que todos se ena
                  moran de ella al instante. Hasta mi viejo sucumbió y no la con
                  tradijo, sino que apoyó todo lo que ella decía. Logré llevarlo al
                  tema de las leyendas, y de inmediato comenzó a hablar echán
                  donos una especie de sermón. Debo tratar de recordarlo y escri
                  birlo:
                         —Todas esas son tonterías, de cabo a rabo; eso es lo
                  que son, y nada más. Esos dichos y señales y fantasmotes y
                  convidados de piedra y patochados y todo eso, sólo sirven para




                                              81
   77   78   79   80   81   82   83   84   85   86   87