Page 86 - Drácula
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Drácula de Bram Stoker


                         —¿Por qué nos habló sobre esto? Es mi asiento favorito
                  y no puedo dejarlo, y ahora descubro que debo seguir sentán
                  dome sobre la tumba de un suicida.
                         —Eso no le hará ningún mal, preciosa, y puede que
                  Geordie se alegre de tener a una chica tan esbelta sobre su
                  regazo. No le hará daño, yo mismo me he sentado innumerables
                  ocasiones en los últimos veinte años y nada me ha pasado. No
                  se preocupe por los tipos como el que yace ahí o que tampoco
                  están ahí. El tiempo para correr llegará cuando vea que todos
                  cargan con las lápidas y que el lugar quede tan desnudo como
                  un campo segado. Ya suena la hora y debo irme, ¡a sus pies,
                  señoras!
                         Y se alejó cojeando.
                         Lucy y yo permanecimos sentadas unos momentos, y
                  todo lo que teníamos delante era tan hermoso que nos tomamos
                  de la mano. Ella volvió a decirme lo de Arthur y su próximo ma
                  trimonio; eso hizo que me sintiera un poco triste, porque nada he
                  sabido de Jonathan durante todo un mes.
                         El mismo día. Vine aquí sola porque me siento muy tris
                  te. No hubo carta para mí: espero que nada le haya sucedido a
                  Jonathan. El reloj acaba de dar las nueve, puedo ver las luces
                  diseminadas por todo el pueblo, formando hileras en los sitios en
                  donde están las calles y en otras partes solas; suben hasta el
                  Esk para luego desaparecer en la curva del valle. A mi izquierda,
                  la vista es cortada por la línea negra del techo de la antigua casa
                  que está al lado de la abadía. Las ovejas y corderos balan en los
                  campos lejanos que están a mis espaldas, y del camino empe
                  drado de abajo sube el sonido de pezuñas de burros. La banda
                  que está en el muelle está tocando un vals austero en buen
                  tiempo, y más allá sobre el muelle, hay una sesión del Ejército
                  de Salvación en algún callejón. Ninguna de las bandas escucha
                  a la otra; pero desde aquí puedo ver y oír a ambas. ¡Me pregun
                  to en dónde está Jonathan y si estará pensando en mí! Cómo
                  deseo que estuviera aquí.
                                  Del Diario del doctor Seward

                         5 de junio. El caso de Renfield se hace más interesante
                  cuanto más logro entender al hombre. Tiene ciertamente algu
                  nas características muy ampliamente desarrolladas: egoísmo,
                  sigilo e intencionalidad. Desearía poder averiguar cuál es el ob





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