Page 12 - Libro para Angi
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SAL TO DE AMOR POR LA VIDA
Y como los ingredientes de un platillo que se va preparando, se
combinaron el enamoramiento de Serafin, la influencia de mi madre y el
fmpetu de salir a toda costa de ese ambiente asfixiante. Cuando me di cuen-
ta, estaba puesta la mesa para el matrimonio y como en un suefio extrafio,
antes de cumplir los dieciseis afios me encontre en la iglesia de San Juan
del Rfo, rodeada de mis papas y mis amigas, todas de tobilleras. Camino
a la iglesia no falt6 quien me detuviera para felicitarme por mi Primera
Comuni6n, a lo cual con coraje, respondf que me iba a casar, no a recibir
la comuni6n.
Tal como lo habfa esperado, el matrimonio se convirti6 en sin6nimo
de libertad. Por primera vez vi la posibilidad de hacer cuanto quisiera, de
ir y venir sin que nadie me limitara, de jugar a mis anchas, de gobemar mi
vida a mi gusto. Junto al rigor de mi madre, las responsabilidades de casada
me parecfan poca cosa, e irme a Mexico a una casita que Serafin habfa com-
prado, me pareci6 una aventura emocionante, ante la cual la palabra miedo
no cabfa.
Serafin era un hombre trabajador y responsable. Amaba el depor-
te y desde joven se habfa dedicado a el con ahfnco. Tenfa una habilidad
manual especial y tambien la paciencia para armar y pintar modelos a
escala. Al ingresar al ejercito se interes6 por el paracaidismo y fue uno de
los pioneros en Mexico. Tenfa habilidad innata para el salto ya base de dis-
ciplina y dedicaci6n, lleg6 a ser uno de los mejores instructores de para-
caidismo. Cuidaba a su gente con esmero y su calidad resaltaba en el
entrenamiento de sus hombres. Quiza la mayor virtud que le vefa, ade-
mas de la seriedad con que realizaba su trabajo, era c6mo me amaba y
se dedicaba a mi, con cuanto cuidado y carifio me integraba a su mundo
y a sus actividades. Cuando me di cuenta, descubrf que yo tambien
estaba profundamente enamorada y lo segufa a todas partes, inclusive
a los entrenamientos de paracaidismo que religiosamente realizaba los
fines de semana en Tequesquitengo.
De todos los cambios que mi vida tuvo en ese corto lapso, el
mayor sucedi6 al afio de casada al nacer mi hija Mariela. Repentina-
mente pase de la bicicleta, que monte hasta los ocho meses de embara-
zo, a una sala de hospital, donde vivf el impacto complicado y doloroso
del parto.
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