Page 17 - Libro para Angi
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MARiA ANTONIETA  OSORNIO  RAMiREZ
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                  Mi urgencia por saltar era permanente y Serafin trataba de com-
            placerme en todo !o que podfa, aunque a veces habfa que buscar otras
            posibilidades.
                  --Serafin, quiero saltar este fin de  semana.
                  -Mi am or, nose va a poder. No nos alcanza para rentar de nuevo
            la avioneta. Esperate al pr6ximo mes, falta semana y media.
                  -No, Serafin, nose vale. Tu saltas practicamente cuando quieres
            y yo nada mas cuando se puede.
                  -Por supuesto, pero yo soy militar.
                  -Y que ;_,yo  no puedo hacer saltos con el ejercito?
                  -Ay Tony -se refa Serafin- se te ocurre cada cosa.
                  -Hablo en  serio,  no  es chiste.  Meteme  de  contrabando en el
            avi6n. Al fin que tu eres el instructor. Nadie se va a dar cuenta.
                  -;_,Estas loca? ;_,Tu sabes en que lf o me me to si como civil te subo
            al avi6n? No, es muy arriesgado.
                  -Bueno ;_,y  si  me  disfrazo? Me  pongo  un  uniforme  tuyo,  me
            amarro el pelo y con la boina ni se me va a notar.
                  Tanto insistf que acabe por convencer a Serafin quien entendfa
            perfectamente  mi  pasi6n.  Me  presto  un  uniforme  de  paracaidismo,
            boina; me meti6 de contrabando al avi6n ... y despegamos. Yo iba con
            la cabeza agachada, para que los demas no se fijaran en mf. Como en
            el avi6n todos van callados y quietos, pase desapercibida. Sin embargo,
            si las emociones hicieran ruido, me hubieran descubierto. Iba gozosa, el
            coraz6n  me  brincaba  con  una  fuerza  y  una  ilusi6n  indescriptibles.
            Ahora sf, podrfa saltar todas las veces que quisiera. Mi suefio se reali-
            zaba paso por paso. Que me importaba el  entrenamiento fisico y los
            sacrificios que tenfa que hacer. Con tal de vivir nuevamente la sensaci6n
            del salto, valfa la pena dejar a mi hijita encargada. Una vez al subirme al
            avi6n disfrazada, Serafin me dio un beso. Los soldados seguramente
            se imaginaron de todo. ;_,Dos soldados besandose?
                  Por fin,  se enter6 del engafio el general de la brigada y llamaron a
            Serafin para que diera cuentas de mi presencia entre los militares. Estaba
            prohibidfsimo. Annandome de valor, fui a hablar con el general para que
            me diem permiso de practicar. Como no me lo podfa otorgar, le pedf
            que sencillamente me dejara saltar durante la inspecci6n de un desfile,
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