Page 39 - Libro para Angi
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MARiA  ANTONIETA  OSORNIO  RAMIREZ
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          mente. Con insistencia me preguntaban cuando regresarfa a la casa sin
          que  yo  !es  pudiera  dar  una  esperanza  pr6xima.  Vieron  a  su  padre
          acomodar mis cosas y prohibirles tocar o acercarse a objetos relaciona-
          dos conmigo. Amenazaba golpearlos si alguno tocaba algo. Lo vieron
          bordear momentos de locura.
                Un dfa, Paco entr6 intempestivamente al cuarto, dando de gritos:
                -iMama, ya levantate de ahf!  z,Cuando te vas a levantar? ;Quiero
          que te muevas, ya no quiero verte asf!,  me gritaba ar,gustiado y desespe-
          rado. Otro, Mariela lleg6 a verme con una tristeza profunda pintada en
          su carita que yo sabfa significaba algo mas ... A fuerza de pre gun tar que
          le pasaba, confes6 que tenfa mucho miedo de que me muriera, que en su
          escuela decfan  que  yo,  su  madre, era un  vegetal  y que en cualquier
          momento de seguro iba a morir...
                z,Que podfa decides a mis hijos? z,C6mo remediar su dolor ante
          una realidad que no tenfa soluci6n? Yo misma no habfa podido aliviar
          mi propio sufrimiento y tampoco podfa solucionar el de ellos. Cada uno,
          a su manera, con su propios medios, iba haciendo lo que podfa. A veces
          estaban mas tranquilos, otras angustiados y desesperados como yo. Sin
          embargo,  no  dejaba de  alentarlos diciendoles  que  un  dfa  saldrfa del
          hospital caminando. Cuando se  iban,  mi  coraz6n se deshacfa en mil
          pedazos y casi tenian que ir a trapear mis lagrimas. No podfa concebir
          que mis hijos sufrieran de esa manera, que hubieran cambiado tan  to por
          mi culpa. Porque muchas veces me eche la culpa y me castigue. Por mi
          causa, mi familia se habfa roto. Les habia hecho un dafio irreparable.
          Por mi falta de cuidado, por mi manera alocada y temeraria, mis hijos
          sufrfan.  Sentia que  todo cuanto estaba pasando era por mi  irrespon-
          sabilidad.
                Si esta culpa hubiera persistido en mi, seguramente  me  habrfa
          muerto, pues representaba, sobre el peso que ya cargaba, la lapida que
          me aplastaba todavfa mas. De no haber sido por el proceso terapeutico
          que habrfa de vivir, en el que lentamente aprendf c6mo mirar las cosas
          de otra forma, c6mo perdonarme y perdonar a los demas, c6mo enfren-
          tar de otra manera mi realidad, mi amor por vivir se hubiera extinguido
          para siempre y con el, mi propia vida.

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