Page 44 - Catalogo_Arte para Bogotá
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Días después, sentado en el mismo alero, observó
                                                                                                                                                                                               sin mucho  interés a su bella vecina saliendo  para
                                                                                                                                                                                               el trabajo. Entretanto, para el obrero nombrado
                                                                                                                                                                                               anteriormente, la joven no pasó desapercibida: “que
                                                                                                                                                                                               piernas tiene esa mujer”, exclamó. El muchacho, con
                                                                                                                                                                                               toda su ingenuidad infantil, no entendió nada, ya
                                                                                                                                                                                               que veía una mujer completa, incapaz de aislar las
                                                                                                                                                                                               cualidades de un bello par de piernas que, así mismo,
                                                                                                                                                                                               no escapaban a la admiración de aquel que había
                                                                                                                                                                                               desdeñado sus garabatos. “Fue en ese momento que
                                                                                                                                                                                               entendí lo que es el dibujo”, afirma el artista gráfico
                                                                                                                                                                                               João Baptista da Costa  Aguiar, resumiendo en un
                                                                                                                                                                                               nostálgico recuerdo de infancia un árido concepto de
                                                                                                                                                                                               la teoría semiótica.

                                                                                                                                                                                               En 1964, cuando tenía 16 años, João empezó sus
                                                                                                                                                                                               estudios en artes plásticas en la Fundación Armando
                                                                                                                                                                                               Álvares Penteado (FAAP). Su carrera como artista
                                                                                                                                                                                               plástico se mostraba promisoria, ya que en cuatro
                                                                                                                                                                                               años había expuesto su trabajo en la Bienal de Bahía,
                                                                                                                                                                                               en la Bienal de Sao Paulo y en el Museo de Arte
                                                                                                                                                                                               Contemporáneo de Sao Paulo (MAC), entre otros. Sin
                                                                                                                                                                                               embargo, como necesitaba dinero, golpeó las puertas
                                                                                                                                                                                               de la Editorial Abril, que en aquella época era una
                                                                                                                                                                                               verdadera escuela informal para muchos talentos
                                                                                                                                                                                               emergentes del arte gráfico  brasilero. Durante su
                                                                                                                                                                                               corta estancia allá (poco más de un año), diagramó
                                                                                                                                                                                               la revista  Claudia  y las ediciones especiales de la
                                                                                                                                                                                               revista  Realidade. Después de haberse retirado de
                                                                                                                                                                                               Abril, decidió abrir su propio estudio, trabajando
                                                                                                                                                                                               en las producciones de catálogos de moda y otras
                                                                                                                                                                                               publicaciones  de carácter promocional. En 1976,
                                                                                                                                                                                               aceptó  una  invitación  de  Luis  Carta,  de  la  Editorial
                                                                                                                                                                                               Três,  para  dibujar  el  proyecto  gráfico  de  la  revista
                                                                                                                                                                                               Vogue, la cual estaba a punto de lanzar su versión
             Los muchos viajes de João                                                                                                                                                         brasilera. “Conseguí el cargo de director de arte, con
                                                                                                                                                                                               un salario que jamás imaginé que algún día fuera
                                                                                                                                                                                               posible recibir, además de que aprendí mucho en
                                                                                                                                                                                                          .
                                                                                                                                                                                               ese período” Aun así, la dificultad para echar raíces
             Revista Cultura Gráfica, noviembre de 2006         Traducción del portugués:                                                                                                      en una única empresa acortaría también su estadía
             Por:  Norberto Gaudêncio Junior                    Vanessa Peréz Romanello                                                                                                        en Vogue, llevándolo a retomar, aproximadamente un
             Diseñador Gráfico y profesor de la                                                                                                                                                año después, las actividades de su oficina. “Éramos
             Universidad Mackenzie de São Paulo                                                                                                                                                sólo mi secretaría y yo. Luis Carta molestaba diciendo


                                                                                                                                                                                               eficientes: João, Baptista, Costa y Aguiar”, recuerda
                 unque pasó parte de su infancia jugando y haciendo bulla en la calle,                                                                                                         que siempre era bueno contar con cuatro personas
             Ano se olvida del día en el que se sentó tranquilamente en el alero del                                                                                                           con buen humor.
             portón de su casa, con papel y lápiz en la mano, y dibujó, en un único aliento,                                               Imágenes cortesía:  João Baptista
             una maraña de líneas en la forma de un abstracto ovillo de lana. “Quedé
             encantado, pensé que eso era muy lindo”, recuerda décadas después. La calle
             donde vivía,  en el  barrio Sumaré, pasaba en  ese momento por  una gran
             obra en la red del acueducto y, fascinado por su dibujo, decidió someterlo
             a la apreciación del obrero que cavaba la cuneta más cercana. “Sólo es un
             camino de ratones”, criticó el trabajador, secándose el sudor de la frente.


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