Page 116 - Desde los ojos de un fantasma
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permanecía en las manos del panadero. Parecía un animal sin vida. Un cadáver
de plástico.
—¿Cómo se te ocurrió comprarla? ¿Para qué quieres tener el pelo azul eléctrico?
—No sé, lo hice sin pensar —respondió el panadero a la primera pregunta. Era
claro que comenzaba a darse cuenta de que había cometido una estupidez al
adquirir aquella peluca—. Creo que me dejé llevar por las palabras de la
vendedora.
—¿Cómo era ella?
—No sé, no estoy seguro… Me acuerdo de que también llevaba la peluca, pero
si intento recordar cómo eran sus ojos o su boca, en mi mente solo aparece una
sonrisa… una sonrisa echada a perder… una sonrisa podrida, como si fuera un
pan viejo cubierto de una capita de moho.
—Otra vez los Smileys… —dijo Enrique, dejando la frase partida por la mitad.
—¿Quiénes? —preguntó el panadero.
—Ahora te lo explico. Es necesario que nos reunamos en La Escalera… si es
que todavía existe —dijo Alves con cierta ironía en el tono de voz—. Debemos
hacer algo urgente. Creo que el mundo está en grave peligro.
—Me parece que exageras un poco. Es solo una peluquería.
—¡Son millones de peluquerías y florerías y panaderías! Una por cada barrio del
mundo. En el bar te lo explico todo. Nada más debemos esperar a que mi amigo
Haruki termine su conversación y nos vamos para allá —dijo el dueño del
Conversario mientras señalaba hacia la única caseta que en ese momento se
encontraba ocupada.