Page 208 - Desde los ojos de un fantasma
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germina, en otros no —explicó Fernando.
—Los Smileys pensaban destruir tus dibujos pero nosotros logramos quitárselos
a tiempo —le informó Enriqueta a la niña.
—¡Qué buena noticia! ¿Los traen con ustedes? ¿Puedo verlos?
—No te alegres tanto —anunció Fernando—. Pensamos que el mejor lugar para
guardar los dibujos era Espectra, pero allí surgió un problema…
—¿Espectra? ¿De verdad existe? —interrumpió Sara.
—Claro, está en las entrañas de Lisboa. Se entra por el ascensor de Santa Justa.
Es una ciudad muy bonita. Allí viven los nunos, quienes fabrican los gallitos de
Barceló, y los languis, que se encargan de producir la saudade —comenzó a
describir una de las niñas, ante el pasmo total de Sara.
—Entonces todo lo que se cuenta es cierto —murmuró la pequeña para sí—. Los
languis y los nunos…
—Ellos son precisamente el gran problema —continuó Fernando con su
explicación—. Tus dibujos les gustaron tanto que ahora se niegan a devolverlos.
Los nunos pasan horas describiendo tus trazos mientras los languis escuchan
embelesados.
Y entonces los tres pequeños fantasmas comenzaron una larga explicación
acerca de las costumbres de los habitantes de Espectra.
Todo aquel hermoso asunto de la necesidad vital de hablar y escuchar.
—¡Tengo una idea! —exclamó Sara cuando los fantasmas terminaron su historia
—. Me parece que los nunos nos pueden ayudar a recuperar el mundo. Pueden
convertirse en nuestros aliados para luchar contra los Smileys.
—Pero lo único que saben hacer es hablar y hablar y hablar —protestó
Fernando.
—El poder de la palabra es enorme.
—¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó una de las fantasmas.