Page 43 - Desde los ojos de un fantasma
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Era bonita, eso sí.


               Como François era muy tonto, imaginaba que con su cazadora de marca podría
               conquistar a algunas jovencitas. Y así fue. Aunque únicamente dos cayeron en la
               trampa: “Esta cazadora es de mi época de piloto de la fuerza aérea”, les dijo con

               firmeza, y aunque la prenda llevaba la etiqueta en la espalda, las ingenuas
               jóvenes creyeron a pie juntillas que era una cazadora oficial del ejército francés.

               —¿Y por qué te dieron esa insignia? —preguntó la primera admiradora

               señalando una carita feliz que adornaba uno de los hombros de la cazadora.

               —Me la dieron por mi optimismo en el campo de batalla.


               —Será en el cielo de batalla: eras piloto, ¿no?


               —Cielo, tierra y mar. Todos eran mi elemento —respondió resuelto el falso
               piloto.


               Esta escena se repitió de forma muy parecida con la otra conquista. En cualquier
               caso, al final del diálogo ambas mujeres dejaron escapar un profundo suspiro de
               amor. Sin embargo, las chicas listas abundan por doquier, y muy rápido François
               se encontró con una, Angelina, y nada más escucharlo durante treinta segundos,
               la joven se dio cuenta de lo vacío que era aquel pobre muchacho por quererla
               conquistar por medio de un truco tan tonto.


               —¿Te gusta mi cazadora? —preguntó François haciéndose el interesante.


               —No.


               —Es del ejército francés —contraatacó el joven.


               —No me gustan los ejércitos. Ni el francés ni ningún otro —respondió con
               desgano la chica lista (ahora habrás comprendido por qué desde un principio la
               llame así).


               —¿Y qué me dices de esta insignia? ¿Tampoco te gusta? —insistió
               Françoisjugando su penúltima carta mientras señalaba hacia la etiqueta de la
               prenda. Estaba seguro de que al darse cuenta de que aquella era una cazadora de
               una marca muy famosa, la joven caería rendida a sus pies.
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