Page 46 - Desde los ojos de un fantasma
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cumplir uno de sus más grandes sueños: cantar su repertorio de fados en cada

               una de las estaciones de metro de aquella ciudad.

               Eran 376, así que Juan Pablo tenía trabajo para rato.


               A media tarde se tomaba un descanso, abandonaba los andenes y salía a caminar
               por la superficie. En uno de aquellos paseos se encontró con la cazadora. Nada
               más contemplar su mirada llena de ternura, Juan Pablo la descolgó del frío
               gancho en que estaba expuesta, y sin saber siquiera si era de su talla, la llevó

               consigo.

               En fin… Juan Pablo la quiere, incluso mucho más que si fuera nueva. La
               cazadora lo sabe, y a su modo agradece el cariño que su nuevo dueño le profesa,

               pero existe un grave problema: Juan Pablo es el ser más despistado de la tierra.
               En los últimos seis meses ha dejado olvidada la dichosa prenda por lo menos
               quince veces. Supermercados, cines, estadios y bares han sido testigos de la
               angustia de la triste cazadora, que ya no podría soportar un nuevo abandono.


               Por fortuna, la honradez de la gente de la ciudad ha logrado reunir, una y otra
               vez, a Juan Pablo con su cazadora. Es comprensible, por lo tanto, el nerviosismo
               de la prenda. Las grietas que la hacen ver unos diez o quince años mayor de lo
               que en realidad es. La tristeza de sus ojos aborregados, de un blanco casi gris
               melancólico.






               Hemos dado una vuelta gigantesca: de Lisboa a París y de regreso; del pobre
               François a Juan Pablo; de las chicas tontas a las chicas listas; una vuelta enorme
               para decir que Juan Pablo carga siempre (o siempre que el olvido lo permite) una
               cazadora desgastada.


               Un recorrido enorme para al final presentar a Juan Pablo, el hombre bota de
               basquetbolista zurdo y que pisa chueco.


               El sabio mejor amigo de Enrique Alves.


               Tanto para tanto.
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