Page 62 - Desde los ojos de un fantasma
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Precisamente acababa de publicar un disco que se llamaba Treinta segundos

               tarde, compuesto por fados que contaban la historia de lugares en los que treinta
               segundos antes, como indicaba su nombre, acababa de ocurrir algo importante:
               una portería donde había caído un gol, una banca vacía de la que apenas unos
               instantes antes se había levantado una hermosa muchacha, un cuadrito de cielo
               azul por el que acababa de pasar una bandada de patos.


               Eran fados muy hermosos en los que de algún modo Juan Pablo había logrado
               atrapar la ausencia.





               En el mundo hay sitios célebres gracias a la particularidad de sus paisajes: el

               Cañón del Colorado, por ejemplo, es un territorio marciano que por error vino a
               nacer en el planeta equivocado.

               El Amazonas es un río con vocación de mar.


               Quienes han escuchado crujir el glaciar Perito Moreno, en la Patagonia, dicen
               que quizá ese chirriar sea la verdadera voz de la Tierra: el grito desgarrado de un
               planeta que pide ayuda.


               Hay otros lugares en que la mano del hombre ha sido la responsable de fabricar
               la belleza: Praga, Pekín, Tulum. Allí se disfrutan los edificios, los monumentos.
               Se puede caminar sobre puentes o calzadas que seguirán marcando un rumbo, no

               importa cuál: será magnífico, aun cuando de nosotros ya no quede ni el recuerdo.

               Y por último, existen sitios en los que lo hermoso no surge de la naturaleza ni de

               la mano del hombre. En esos lugares la belleza no es siquiera visible ni se puede
               tocar, en esos sitios la hermosura se siente. Alzas la mirada al dar la vuelta a una
               esquina cualquiera, contemplas unas sábanas que alguien tendió en un balcón y,
               sin saber por qué, se te enchina la piel.


               Y entonces Sientes (así, con mayúscula).





               Así es Lisboa: una emoción ligera. Quizá esa emoción ligera sea la saudade.
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