Page 64 - Desde los ojos de un fantasma
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comenzaba con el trazo de letras normales pero terminaba convertida en un

               misterioso dibujito).

               —¡Qué buena idea! El autógrafo de la primera persona que te pidió un
               autógrafo.


               —Sería divertido que nos fuéramos pidiendo autógrafos los unos a los otros.


               —Estaría muy bien.


               —A fin de cuentas creo que todos somos importantes.


               —La próxima vez que vea a mi dentista, le voy a pedir un autógrafo. La semana
               pasada me sacó una muela y no sentí ningún dolor —respondió Enrique.


               —Pues yo se lo voy a pedir al mecánico de mi bicicleta: la última vez que se la
               llevé me la dejó lista para correr el Tour de Francia.


               —Lástima que no todas sean buenas noticias —dijo Enrique después de un breve
               silencio que aprovechó cada uno para darle un sorbo a su cerveza.


               —¿Por qué lo dices?

               —No sé, quizá sean figuraciones mías pero noto algo muy raro en el ambiente.

               Son muchas cosas.

               —¿Como cuáles?


               —El cierre de la florería de Beatriz, por ejemplo. Es una pena que un negocio
               tan bonito haya desaparecido de un día para otro.


               —Sí, es triste. Una vez compré allí una rosa que con el paso del tiempo se
               transformó en un rosal espléndido.


               —¿El que tienes en tu balcón?


               —Sí… Esas flores fueron el único motivo que tuve para moverme durante una
               etapa muy triste de mi vida. No podía dejarme vencer porque sabía que las rosas
               estaban esperando por mí en el balcón. Necesitaban agua cada tercer día y una
               tableta de aspirina los domingos.
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