Page 160 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
P. 160
—¡Te amo! El brillo de todas las estrellas del universo es una simple chispa
comparada con la luz de tus ojos…
—Pero…
—¡Pero nada! —la interrumpí de nuevo, al tiempo que le pedía al mesero un
vaso de leche tibia—; tu cutis es más suave que el talco…
—Es que…
—¡Es que tengo que serte franco! —le impedí de nuevo hablar para mostrar
ahora la franqueza, es decir la cuarta de mis aptitudes—; la verdad, tu nariz está
un poquito desviada y tus orejas parecen de marciano. ¡Soy muy franco, soy yo
mismo, soy Chong Lee!
—¡Mira, tonto fantasma! Lo que tú seas, pienses o imagines me tiene sin
cuidado —estalló Grete—. ¡Primero me declaras tu amor y luego me dices que
tengo orejas de marciano!
—Soy muy franco, recuérdalo —aseveré antes de darle un largo trago al vaso
que ya se encontraba sobre la mesa. ¡Los meseros de ficción son rapidísimos!
—A mí no me importa nada que tenga que ver contigo porque tengo novio y se
llama Antonio. Apréndetelo bien: ¡Antonio!
—¡Qué buen chiste! —dije para dar pie al asunto de la gracia extrema—; yo
también me sé uno buenísimo: dime, mi querida Grete, ¿de qué se ríen los
angelitos?
—…
—Pues de la gracia de Dios —entonces lancé una carcajada que estremeció a
todo el café.
Expulsé tanto aire con mi falso ¡ja, ja, ja! que apagué los inciensos y el ruido
provocó que los duendes violinistas perdieran el hilo de su interpretación.
La suave atmósfera de El Tomo Olvidado se había roto. Pero de esto me di
cuenta tiempo después porque la leche comenzaba a hacer estragos dentro de mi
cabeza (la borrachera de leche es aún más rápida que los meseros de ficción).