Page 23 - Biografía de un par de espectros: Una novela fantasma
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magnífico.
Por otro lado, su hipocondría era injustificada; él no podía saberlo, pero
contrario a lo que su neurosis le dictaba, viviría sano hasta los noventa y un
años, para morir, junto a su esposa y sin sufrimiento alguno, en un accidente de
teletransportación, que será una forma de viajar en el futuro, aunque por ahora
no viene a cuento en esta historia.
Luisa, por su parte, era una artista plástica que se especializaba en realizar obras
de gran formato (esculturas y pinturas del tamaño de una portería de futbol) que
tenían como único tema los tornillos de dos y media pulgadas. Así que ella se la
pasaba muy bien cuando su esposo le contaba a la hora de la merienda historias
de tornillos de otras latitudes, historias que ella trataba de plasmar en sus obras
(nunca había podido vender una, pero en eso estaba).
Como se puede ver, los Isla eran felices, sí, pero no los más felices de los felices
de los felices. Digamos que si fueran un equipo de futbol estarían a media tabla:
no se irían a la segunda división de las Risitas Fracasadas, ni ganarían el primer
lugar en el Campeonato del Mundo Color de Rosa. Ahí la iban llevando.
Incluso se podría afirmar, utilizando de nuevo el lenguaje de Javier, que nuestros
amigos tenían:
Una inflación neta de 3.43% anual en la tasa de la sonrisa fácil.
En resumen, mi larga perorata no quiere decir otra cosa más que la familia Isla
era casi como cualquier familia. Festejaban triunfos y lloraban fracasos, tenían
miedos y alegrías, calor en verano y una tristeza medio sabrosa al caer la tarde o
al sentir el olor de la tierra mojada.
A ellos les gustaban los tornillos de dos y media pulgadas como a otros les gusta
el mole de olla o las películas en blanco y negro. Y en el fondo todo es lo mismo
y al mismo tiempo no lo es.
¡Qué extraños me parecen los humanos!